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Tras el puente de la purísima constitución entramos de lleno en las celebraciones del –seguramente inexacto– cumpleaños del judío más famoso del mundo. Es tiempo de fiestas, de comilonas familiares –este año con el peligro añadido de un cuñado propalestino, o al revés– y de regalos. Son fechas también propicias para los libros. Menudean las presentaciones, unas con más gancho que otras, claro. Los editores mallorquines, ajenos al devenir del sector a escala nacional, tienen ya preparadas sus novedades. Narrativa, poca, así que este no será un artículo sobre literatura. En general, prevalecerán las obras que estudian o pretenden estudiar la cultura, la fauna, el patrimonio o los personajes de ese pequeño país insular que se nos está yendo al carajo en aras de la mal entendida multiculturalidad. Hace tiempo que quienes nos dedicamos al duro oficio de escribir empezamos a hacer ‘inventario’ de los restos del naufragio, cómo si lo viésemos venir en lontananza. Yo mismo inicié en 1984 mi serie de cuatro volúmenes dedicados a las possessions de Mallorca, aunque después me han salido imitadores a porrillo.

La cosa, más o menos, va a ir cómo todos los años: el editor sacará tal o cual obra con la previsión previa de una subvención que le libre de perder dinero. El autor –sobre todo si es novel– se envanecerá como un pavo real, creerá estar tocando los muros del cielo. La obras –excepción hecha de alguna singularidad que se da muy de tarde en tarde– gozarán de una efímera presencia, dos semanas como mucho, en los estantes de las librerías. Si la obra es en catalán los responsables de las secciones correspondientes de los grandes almacenes la ignorarán olímpicamente o, como mucho, la colocarán fugazmente en el estante inferior, casi a ras de suelo. Luego desaparecerá como por ensalmo. El escritor o escritora, por supuesto, no verá un euro en concepto de derechos de autor: bastante habrá tenido con su minuto de gloria en el acto de presentación y la fotita en la prensa amiga, si es que la tiene. Fin de la historia y hasta el año que viene.

Por supuesto, el panorama descrito en los párrafos anteriores nada tiene que ver con las grandes editoriales peninsulares, que buscan y seleccionan sus autores (mejor féminas, hoy en día) en función de la moda del momento. Idò...