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La distancia no puede diluir la trascendencia y gravedad del asunto que protagoniza el presidente del Consell de Formentera, Llorenç Córdoba, del que el portavoz del Govern, Antoni Costa, ha reconocido que presionó a la presidenta de Balears, Marga Prohens, para que le proporcionase un sobresueldo para -al parecer- poder hacer frente a sus deudas con entidades financieras. Un escándalo. El compañero Juan Mestre detallaba el pasado sábado los ingresos anuales que le proporcionan las instituciones de las que forma parte (Consell, Parlament y Autoritat Portuària): 80.000 euros. Córdoba, que encabezó la candidatura de Sa Unió, se niega a dimitir tras la denuncia de su situación que han realizado los integrantes del PP en la pequeña de las Pitiusas; de hecho, algunas informaciones apuntan un acercamiento a la izquierda del Consell para asegurar su continuidad en el cargo. Ardo en deseos por saber cómo resolverá el PP balear este delicado asunto, aunque no descarto que se aplique la máxima de esperar a que escampe la tormenta i qui dies passa anys empeny.

La semana también ha aportado un episodio vergonzoso, en esta ocasión protagonizado por el presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, que tuvo la desfachatez de abandonar el acto conmemorativo del aniversario de la aprobación de la Constitución para acudir a una concentración organizada por los conmilitones de Vox en contra de la amnistía frente a la Delegación del Gobierno. Este hombre todavía no ha asumido el cargo que ostenta, estoy convencido que el sectarismo que rezuma no lo ha mamado en su casa. No obstante, más grave me parece todavía la justificación que se da al comportamiento desde el Govern, cuyo portavoz tuvo que hacer un triple salto mortal para concluir que Le Senne bien en Palma y Armengol mal en Madrid. Estos episodios de esquizofrenia política en el PP de las Islas pueden acabar causándole serios problemas.

El otro tema de la actualidad política reciente es el nombramiento como secretaria de Estado de Igualdad de Aina Calvo, hasta ahora delegada del Gobierno en Balears. La mallorquina sustituye a la controvertida Ángela Rodríguez, alias PAM, el ariete de la podemita Irene Montero durante la pasada legislatura y autora de delirantes afirmaciones. Estoy convencido de que con Calvo llegará la sensatez en las necesarias políticas de este departamento y que, por fin, se acabarán las ocurrencias y excentricidades del pasado. De paso también intuyo que el PSOE -léase siempre Pedro Sánchez- ya tiene otra pieza de peso que poner en el tablero político balear de cara a futuras confrontaciones electorales. Ojito.

Se va entendiendo

las encuestas más recientes ponen de manifiesto el severo castigo que los electores impondrían al PSOE en el caso de celebrarse ahora unas nuevas elecciones, Carles Puigdemont supo muy bien cómo encajonar a Pedro Sánchez de cara a la investidura: sin mi sólo queda el abismo. La alianza de PP y Vox cimentó el argumentario de Moncloa, pero la realidad es que una vez destapado el negocio con los independentistas catalanes el fracaso quedaba asegurado. Había que evitar a toda costa una nueva llamada a las urnas. Así se acaba escribiendo la historia.