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Quizá no sea del todo exacto que un camaleón, colocado sobre fondo verde, cambie de color y se vuelva verde, y lo mismo si está sobre fondo rojizo, adquiriendo un tono rojizo. En realidad no cambia de color, sólo lo simula. Simula ser verde, o pardo, o lo que haga falta. Pero claro, a veces simular que se ha hecho algo muy difícil y meritorio, es más difícil todavía que hacerlo, razón por la que si colocas a un camaleón sobre una superficie a cuadros blancos y negros, sufre un pasmo, se vuelve loco y revienta. Porque toda simulación tiene un límite. De estas cosas trata el síndrome del camaleón (también efecto camaleón), muy conocido en psicología y que ahora parece afectar al grupo político Unidas Podemos. Que no pudieron. Tras varios años de socios del Gobierno a nivel vicepresidencial, alardeando de ser ellos los autores de todas las medidas progresistas del Gobierno, su hundimiento electoral les redujo a cinco exiguos diputados que no pintan nada, incapaces de ser azules como el banco del Gobierno (de simularlo), y no lo pudieron soportar. Así, en plena semana de puente festivo, es decir, políticamente a escondidas, decidieron abandonar la coalición Sumar y trasladarse al grupo mixto. Según explicaron, para «poder hacer nuestra política valiente». Pero su política ya la hicieron, y por eso precisamente desde su máximo de 71 diputados en 2015 (o 2016, no me acuerdo), pasaron a esos 5 valientes. Y aquí llegamos al síndrome del camaleón, porque a fin de simular que son algo y todavía mandan, imitaron el fondo multicolor de grupúsculos minoritarios en cuyas manos está ahora el Gobierno, se independizaron de sus pactos electorales anteriores y, sin más ni más, se posaron sobre el grupo mixto para adquirir una tonalidad vagamente mixta. Y forzar así al Gobierno a negociar con ellos por separado cualquier proyecto legislativo. Este afán imitativo del camaleón, que no cambia de color sino que lo simula, suele ser más bien un afán de persistencia y supervivencia, y nos lo sabemos de memoria sin necesidad de que los psicólogos urdan síndromes y efectos. La naturaleza es mimética de por sí, y la política más. Incluso el Gobierno está obligado a ser camaleónico. ¿Y podrá aguantar y mimetizarse sobre una superficie a cuadros multicolor? Ah, difícil, muy difícil.