La llegada de un nuevo año nos impulsa a hacer nuevos propósitos que jamás cumpliremos y a recordar lo vivido en el año que, como parte de nuestra vida, se va. El 23 ha sido un año que me ha dado muchas alegrías, tanto en lo personal como en lo colectivo; son muchos los buenos regalos que me ha hecho, aunque también han sido muchos los golpes, y muy duros, que me ha dado llevándose a personas que formaban una parte muy importante de mi universo, personas con las que compartí sueños y alegrías, personas que estuvieron a mi lado en los momentos duros que a todos, de una u otra forma y en un momento u otro, nos toca vivir. Puede que la vida solo sea eso, la etapa de un breve viaje de luz entre oscuridad y oscuridad que compartimos con unas cuantas personas que han nacido en nuestra época, han vivido cerca de nosotros o simplemente se han cruzado en nuestro camino. Y son esas personas las que, como cinceles y a veces sin siquiera darse cuenta, nos modelan, nos hacen como somos. Forman parte de nosotros y, aunque sabemos que ya nunca más las volveremos a ver, siguen viviendo dentro de nuestro yo más hondo. Recordamos sus caras, escuchamos sus voces, revivimos los instantes, a veces fugaces, que compartimos y que nunca olvidamos. Nuestra memoria es nuestra identidad, poco importa que nuestros recuerdos sean fieles a la realidad, lo son a lo que entonces sentimos. Con eso basta.
Cambio de año
Palma04/01/24 0:29
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