TW
0

El verano pasado se publicó en este diario la noticia. Un grupo turístico alemán se plantea resucitar Air Berlin, compañía aérea que cesó su actividad en 2017. Podríamos discutir sobre si esta acción empresarial es interesante para el mundo de la aviación, para Alemania y qué aportaría a Mallorca. De hecho, muchos pensarán que solo supondría traer aún más turistas a la otrora conocida como isla de la calma, pero eso ya es otro asunto. Yo asocio la noticia con otro tema. A mí me gustaría que resucitaran las aerolíneas míticas: Aviaco, Spantax, Pan Am o Alitalia por citar algunas. Es más: me gustaría que se volviera a volar como antes. Que volviéramos a esa época de los setenta o de los ochenta en la que volar tenía prestigio y glamur. Cuando los pasajeros iban bien vestidos, existía servicio a bordo con prensa, una bebida e incluso algún tentempié en la clase turista. El espacio para las piernas era suficiente y la experiencia de volar era, por regla general, agradable y placentera.

De acuerdo, probablemente no todo era tan bonito. Desde el punto de vista medioambiental las emisiones, los consumos y la política de residuos eran, por decirlo suavemente, deficientes. Además, estaba permitido fumar a bordo, dividiendo la cabina en dos secciones, una decisión que, desde la perspectiva actual, es absolutamente incomprensible. Obviamente, la situación hoy en día es diferente pero no necesariamente mejor. Hemos mejorado en las políticas medioambientales y afortunadamente no se permite fumar a bordo. Pero han surgido nuevos inconvenientes. Tenemos que pagar por absolutamente todo a bordo y volamos hacinados en los estrechos e incómodos asientos de clase turista. Tenemos que soportar a turistas bebidos que se embarcan hacia las Baleares y bailan en el pasillo, poniendo en peligro la vida de pasajeros y tripulaciones. Incluso aceptar que algunos consideren que el avión es el lugar ideal para practicar el sexo o que acosen al personal de vuelo. En tierra cualquier retraso importante puede suscitar furibundas reacciones con los consiguientes perjuicios para todos. Lo único que no ha cambiado, a mi parecer, es la profesionalidad de las tripulaciones y del personal de tierra que nos siguen atendiendo con una dedicación y paciencia, que hoy se antojan, cuando menos, admirables debido a las condiciones laborales que imperan en el sector.

No volveremos a volar como antes. Es evidente. Pensar en un retroceso de este calibre es soñar despierto. O no aceptar la evolución, sea esta positiva o negativa, de la sociedad. O hacerse mayor, un proceso vital que implica, entre otras muchas cosas, tender a recordar e idealizar un pasado que se nos presenta, en nuestros selectivos recuerdos, fantástico y glorioso. Air Berlin puede volver y nada cambiará por lo que respecta a la manera de viajar en avión. Pero si la aerolínea llegara a volar de nuevo y su deseo fuera volver al concepto de antaño que me avisen. No solo seré su mejor cliente, sino que, además, me haré accionista.