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Para que nuestra política nacional (o plurinacional), reducida desde hace años a discutir sobre los arbitrajes, el VAR, el reglamento (la Constitución) y los jueces de línea, en la que al igual que en el fútbol mandan solo la publicidad y el dinero, fuese ya idéntica al propio fútbol, con su interminable reguero de victorias, derrotas, ofensas históricas, robos, humillaciones y ajustes de cuentas, solo le faltaba un pequeño detalle. El tiempo añadido, naturalmente a juicio del árbitro. Y si el tiempo es de por sí un factor muy polémico, y de los buenos políticos, como de los buenos centrocampistas, suele decirse que dominan y marcan los tiempos, el tiempo añadido, dada su naturaleza arbitraria, lo es más. Por la fatiga, por la presión, por lo incierto del resultado. Les supongo enterados de que el partido de la ley de amnistía (las leyes ya no se hacen como salchichas, sino como clásicos de la máxima rivalidad), que ya dura medio año y es muy bronco, con entradas antirreglamentarias, faltas tácticas, pérdidas de tiempo, fueras de juego dudosos y un juez de línea levantando la bandera (española) en cada ataque del Gobierno, está hora en tiempo añadido. Y empatado, debido a un autogol de la coalición plurinacional en el minuto 90, lo que tiene a ambas aficiones exhaustas y fuera de sí, muy indignadas. Como además de enterados les supongo incluso asqueados con esa ley interminable (que está adulterando la competición, dicen muchos), para nada voy a hablarles de ella, sino del tiempo añadido que iguala definitivamente nuestra actualidad política al fútbol. Y todavía hay partido, habrá que decir entonces. Queda mucho campeonato, añaden los entendidos. Lo que significa más griterío, más cansancio, más polémica arbitral con el juez de línea, más faltas tácticas, más entradas antirreglamentarias (anticonstitucionales). Se puede hacer eterno este tiempo añadido, que como todo lo referente a ese partido, ha sido calificado de humillante por la afición opositora. ¡Humillante! Lo que hay que oír en los campos de fútbol. Mi consejo es que cambien de canal, se olviden del asunto. Es lo que yo hago, y haré. Que la vida es corta, y ahí no hay tiempo añadido.