TW
0

En el año 1964 los holandeses y hermanos Johnny and Charley crearon una canción que en el verano del 65 fue un auténtico éxito y que da título a este artículo. Una canción simple, sin pretensión ideológica alguna, pegadiza y muy bailable, al menos para los estándares de la época. Una canción que, aunque no forma parte de mis gustos musicales, ni actuales ni pasados, me viene a la cabeza con mucha frecuencia en los últimos tiempos.

¿Me estoy haciendo mayor? Por supuesto. ¿Me entra la nostalgia? Aun no. Si no deducen por qué tengo presente este tema musical repasen por favor el estribillo: «izquierda, izquierda, derecha, derecha, delante, detrás, un, dos, tres…» Izquierda. Derecha. ¿Cuántas veces oyen ustedes al día estas dos palabras? Mejor formulado aun: la izquierda y la derecha. Es entonces cuando observo la realidad política de nuestro país, me acuerdo de la letra y empiezo a atar cabos.

Si he despertado su curiosidad miren por favor cómo se baila esta canción. Dejando de lado la inocencia y candidez del conjunto observen una cosa muy curiosa: el baile no permite avanzar ni un solo paso. Trasladado a nuestra realidad, nos pasamos todo el día hablando de derechas e izquierdas y, en una coreografía perfecta, no avanzamos como país. Seguimos estancados en odios atávicos y rencillas incurables que no nos permiten mejorar como sociedad. En otras palabras, estamos completamente polarizados.

En su magnífico ensayo La transformación de la mente moderna los norteamericanos Lukianoff y Haidt lo explican a la perfección: la polarización social es un problema grave que destruye mucho más que construye. Cualquier pacto para que no gane la derecha. Cualquier quimera con tal de que no gane la izquierda. Y, en medio de este baile, se encuentra la población, que sigue esperando que alguien intente poner soluciones a los problemas que todos padecemos. Como ciudadano de clase media, o de lo que queda de ella, e independientemente de mi ideología, me encantaría ver cómo los partidos políticos diseñan caminos y vías que unan para crear un proyecto de país en el que los pilares sean compartidos por unos y otros: educación, sanidad y justicia por mencionar los más básicos. El problema empieza porque cada uno entiende una cosa diferente por España así que, antes de empezar, ya estamos en un lodazal.

Pues nada. Seguiremos moviéndonos sin avanzar, lo que tampoco es muy inteligente. Uno de los hermanos holandeses, Charley, murió el mismo año 65 en un accidente de coche. Enrique y Ana resucitaron la canción en 1979 y tampoco han llegado a ningún lado. Esperanzador. Así que, para finalizar, tengo, como casi siempre, una idea brillante. Podríamos seguir las letras de diversas canciones y tomarlas como base para cambiar el rumbo del país. Elija usted la que más le guste. De hecho, da igual la que proponga. No nos pondremos de acuerdo nunca.