TW
9

El catalán de Balears sobrevivirá a Vox y cuando ese partido sea sólo una breve nota a pie de página en el libro de la historia, aquí se seguirá hablando en la lengua propia. El mayor riesgo no es tanto la política, la instrumentación política del idioma, como el profundo cambio demográfico al que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha puesto números.

La permanente fobia a la lengua secular de Balears por parte de la ultraderecha ha dado un paso más con la decisión de la mesa del Parlament de traducir al castellano la documentación oficial y todas las comunicaciones parlamentarias, alterando los usos que han sido habituales hasta el presente. Con la consiguiente reacción de la izquierda, sanchistas y Més, y las organizaciones cuya razón de ser es precisamente la defensa del catalán. Los partidos de la oposición consideran la medida como una oportunidad para desgastar al Govern, conjeturando con revivir las grandes movilizaciones contra las políticas de José Ramón Bauzá. La coyuntura evidentemente no es la misma. La manifestación de protesta ante el Parlament reunió apenas a una treintena de personas, con notable presencia de cargos públicos. El portavoz parlamentario del PP ha tenido que apelar a lo obvio: en la cámara legislativa no se impone nada. Durante el debate parlamentario, desde las filas populares se ha recordado que el empleo de las lenguas cooficiales en el Congreso de los diputados es una muestra de libertad de expresión; por tanto no hay razones para que en el Parlament de Balears sea distinto. Tienen razón. Pero también es cierto que modificar sin motivos objetivos aquello que ha funcionado durante tantos años supone provocar tensiones del todo innecesarias. Más cuando, como es el caso, la ultraderecha celebra cada retroceso del catalán como una gran victoria política. Es irritante.

Vox es un partido monotemático. Aparte del circo interno con el que periódicamente avergüenza la política balear, no se le conocen otros objetivos más allá de su anticatalanismo. Y los toros. El PP corre el riesgo de verse arrastrado por los planteamientos extremistas de ese supuesto aliado que pondrá palos en las ruedas siempre que le sea posible. De hecho, la controversia lingüística que engendra Vox opaca en líneas generales una acción de Govern que genera adhesiones en diferentes ámbitos sociales.

Mientras tanto, lo sustancial viene determinado por las cifras dadas a conocer por el INE: siete de cada diez nuevos residentes en Balears durante 2023 proceden de Colombia, Argentina o Marruecos. En los últimos veinte años, la población de las Islas ha crecido un 35 %, hasta los más de 1.200.000 habitantes actuales. El incremento de extranjeros durante ese mismo período ha sido del 141 %. El INE no aporta el dato de cuántas de esas personas están dispuestas a hacer suya la lengua propia de Baleares, por otra parte elemento medular del sentido de pertenencia a una tierra, una cultura y una sociedad que por muchas concomitancias que pueda tener con otras sociedades y culturas, es distinta. El Estatut fija como obligación de los poderes públicos la defensa y promoción de esa diferencia, lengua, cultura. El deber, en fin, de evitar que el sentido de pertenencia a la propia tierra pueda diluirse por las estadísticas demográficas.