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Den por seguro que si las pasadas elecciones gallegas el Partido Popular no revalida la mayoría absoluta ahora, como ya se advirtió semanas atrás en esta misma columna, el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo estaría más que cuestionado. El resultado final es inapelable en favor de los conservadores, mientras que es en la izquierda donde se adivinan problemas serios aunque sus líderes estatales, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, traten de distanciarse del fenomenal batacazo que PSOE y Sumar, respectivamente, han cosechado en esta consulta. Eran unos comicios autonómicos, por supuesto, pero el recuento de votos ha dejado claro que el bofetón de los gallegos ha sido de los que hacen historia. Y si la lectura en clave estatal hubiera valido para Feijóo, ahora también hay que admitirla en lo que concierne a Sánchez y Díaz; y en ningún caso puede ser positiva.

La candidata del Bloque Nacionalista Galego, BNG, Ana Pontón, es la otra gran triunfadora en Galicia. El nuevo escenario sugiere la irrupción de otro partido independentista en la escena política, aunque la suya todavía sea una reivindicación que puede considerarse light. En este punto hay que subrayar la alegría de Més con el avance electoral del BNG y Pontón, aunque conviene recordar que en las pasadas elecciones generales los ecosoberanistas de las Islas estaban en coalición con Sumar, el partido de la cuqui Yolanda Díaz, que no ha colocado ni a su cabeza de lista. Con todo, el nuevo mapa político gallego incuba nuevos problemas al Gobierno de Sánchez. Aunque no se quiera ver, el adelanto electoral se perfila como una decisión inevitable a medio plazo; pretender llegar a 2027 como se ha proclamado en los últimos días es una quimera. Lo que ocurra en la convocatoria de las elecciones al Parlamento Europeo será determinante.

Las ideas claras

La desaparición de Jeroni Albertí supone la pérdida de uno de los eslabones más importantes de Balears en la historia de la Transición. Su legado -cuya trascendencia merece ser honrada con la digna incorporación de su nombre en el callejero de Palma- no se limita al terreno de la política; también alcanza el ámbito social. Creo que me concedió una de sus últimas entrevistas, hace unos pocos años, una conversación de la que sólo declinó pronunciarse sobre la debacle de Unió Mallorquina; cuando dejó el partido prometió no inmiscuirse. Y cumplió. Como impulsor del IBEDE desde la presidencia de Asima, Albertí evidenció que pertenecía a una clase empresarial diferente, abierta, moderna y comprometida con la sociedad. Fichó a Jesús Monzón para convertir el IBEDE en un foro de innovación y tolerancia política, una actitud que trasladó a su gestión en los diferentes cargos institucionales que ocupó. No busquen, porque ya no los hay, políticos como él. Comprometido con el altruismo en la Germandat de Donants de Sang, capaz de suprimir la beneficiencia por la atención a los marginados, invertir en la modernización y desestigmación del Hospital General, lograr el descuento de residentes en los desplazamientos a la Península, introducir el concepto de protección del territorio y el paisaje como inversión de futuro. La defensa de la lengua, cultura y territorio, los tres ejes existenciales de un personaje al que tanto le debemos. Todos.