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El 93,3 % de jóvenes ha tenido los primeros contactos con la pornografía antes de los 14 años. Acceden al porno por curiosidad sexual y se encuentran con una didáctica de la desigualdad y de la violencia que va a marcar la construcción de su deseo sexual. Cada vez hay una mayor evidencia sobre las consecuencias del porno en su desarrollo cerebral, emocional, sexual, de adicción, bajada del rendimiento escolar, conductas sexuales de riesgo, etc.

Existe una amplia normativa internacional, nacional y autonómica que recoge la protección de los menores en aras a su interés superior y todas coinciden en que la pornografía tiene un impacto negativo en el desarrollo de la infancia.

La pornografía promociona la cultura de la violación y así lo refleja la memoria de la Fiscalía General del Estado, que expone un notable y preocupante ascenso de las agresiones sexuales de menores en España. Un reciente estudio presentado en la XL Sociedad Española de Epidemiología vincula el consumo de pornografía con una mayor posibilidad de ser víctima y victimario de violencia sexual.

Tras escuchar las conclusiones del estudio sobre pornografía en Baleares coordinado por la investigadora Valentina Milano, la Comisión de Asuntos Sociales, Igualdad y Derechos Humanos del Parlament de les Illes Balears ha aprobado una iniciativa, registrada por todos los grupos parlamentarios, para impulsar un pacto político, institucional y social que garantice los derechos de las personas menores frente a la pornografía.

Entre las medidas acordadas se encuentran impartir en los centros educativos una educación afectiva sexual integral y de calidad, alertando de los riesgos de la pornografía en los entornos digitales y formando a las familias. A profundizar en la relación entre pornografía y violencia sexual, así como poner en marcha el Consejo Audiovisual e impulsar un pacto digital.

El Gobierno de España ya dispone de herramientas para actuar en la protección de los menores y es urgente que lo haga. Deben controlar que las plataformas pornográficas cumplan la ley y establezcan sistemas de verificación de edad, sancionando a quienes incumplan. Garantizar que por defecto en los dispositivos vengan con control parental, o que se tipifique como delito la pornografía extrema y violenta, como ya lo tienen el Reino Unido o Alemania

Un 45,4 % de los niños se encuentra con el porno sin buscarlo. No podemos normalizar que niños y niñas de 8 años, que creen en los Reyes Magos, se encuentren con este tipo de contenido. No es casual que lo hagan. Responde a una estrategia de la industria pornográfica, que no olvidemos está relacionada con la de la explotación sexual de mujeres, para captar a los niños y jóvenes y fidelizarlos. Esto acarrea consecuencias en el terreno de la sexualidad pero también sociales.

El porno contribuye a erotizar la violencia sexual, a confundirla con sexo. Además promueve valores reactivos entorno a la igualdad de género. Su estrategia es cosificar y deshumanizar a las mujeres para convertirlas en mercancías dentro del marco del neoliberalismo sexual, donde todo es susceptible de ser vendido o comprado.

Esta iniciativa es un ejemplo del buen parlamentarismo, que desgraciadamente, tanto ha dejado que desear las últimas semanas. Todas las fuerzas políticas unidas en la protección de las personas menores y comprometidas con su bienestar.