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Desde tiempos inmemoriales, la figura del Yeti provoca fascinación y misterio a partes iguales. El abominable hombre de las nieves ya traía de cabeza a Alejandro Magno, que en el 327 a.C., cuando comenzó la campaña de La India, exigió ver a aquella portentosa criatura. Los avistamientos de aquel cíclope peludo se prolongaron durante siglos, hasta que en 1921, una expedición británica al Everest descubrió unas huellas gigantescas en la nieve, lo que disparó de nuevo la rumorología. Treinta años después, cerca de allí, los escaladores Eric Shipton y Michael Ward hallaron otra pisada, que inmortalizaron en una foto icónica del siglo XX. Sin embargo, durante todo este tiempo nunca hemos sabido quién era en realidad el Yeti. Hasta esta semana. Primero fueron unas imágenes del Telediario, en las que el presidente del Gobierno Pedro Sánchez aparecía junto a un tipo gigantesco, con brazos como arados, y que partía troncos con una pequeña hacha, como si fueran palillos. Después, ese mismo gigantón alopécico, dotado de una frondosa perilla, era grabado en la marisquería La Chalana, engullendo toneladas de centollos. Tan voraz que casi chupaba la cabeza de los camareros. Y por último lo hemos visto unos pasos por detrás del exministro José Luis Ábalos, el primer hombre de Cromañón. Por fin el misterio ha quedado resuelto. Teniendo en cuenta que el abominable hombre de las nieves arrasa por donde pasa y es capaz de llevarse por delante a políticos y políticas, concluimos sin género de dudas que el Yeti es Koldo García, el jeta del caso mascarillas.