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Amenudo sucede que cuando casi estamos a punto de entender algo, las explicaciones de personal autorizado, o interesado que viene a ser lo mismo, lo impiden de golpe con más incógnitas que nos devuelven a la incomprensión inicial. Las explicaciones de la trama complican la trama, embrollan lo explicado, ya no encaja nada. Esto pasa mucho en las novelas de misterio, que cuanto más te las explican menos las entiendes, y obedece a que el autor, en lugar de tomarnos por tontos como hacen los políticos, nos toma por listos, un error mucho más grave.

Y no sólo de escritores y periodistas, convencidos de que entenderemos sus confusos fárragos, sino también típicos de críticos literarios, que suelen atribuir a dichos escritores una complejidad expresiva y unas intenciones simbólicas que ni ellos sabían que tuviesen. Algunos comentan con sorna que no sabían lo que habían escrito hasta que el crítico, sobrevalorando su inteligencia y profundidad a fin de resaltar la propia, se lo explicó. Algo parecido a lo que hacen los detectives de ficción, que con objeto de destacar su sobrehumana capacidad deductiva, atribuyen al asesino una astucia diabólica, así como el talento de calcular por adelantado una docena de jugadas.

Total, que cuando parece que vamos a entender algo de la trama, no hace falta ahora especificar qué trama corrupta, las numerosas explicaciones de la trama, como una nube de hollín, lo oscurecen todo. Y no digamos si se ponen a contarnos el revés de la trama, que es donde están los nudos y los cabos sueltos. Graham Greene escribió una gran novela titulada así, El revés de la trama, con numerosos conflictos morales, políticos y criminales, y si bien lo entendimos todo acerca de las miserias humanas, de esa trama en concreto no entendimos nada.

No había nada que entender. Es normal que los que se creen muy listos, políticos o informadores, nos tomen por tontos, pero si además y paralelamente nos atribuyen una astucia diabólica, y confían que de sus vaguedades (rotundas) deduciremos algo, todo se vuelve incognoscible. Pero escandaloso, como en la sórdida trama de la que estamos hablando. Que por cierto no es una, sino varias docenas ensambladas por el revés.