TW
3

Pese a las promesas realizadas en campaña electoral y a los esfuerzos del actual equipo de gobierno de Cort dignificando zonas de Palma que fueron masacradas por el grafiterismo vandálico, lo cierto es que crece la sensación de derrota entre la ciudadanía ante el incremento constante de los ataques de pintadas salvajes durante la madrugada. Los últimos objetivos más conocidos son los pabellones municipales de Son Oliva, Son Ferragut y la pista de los Patines, entre otros. No paran. Cada vez que acontecen nuevas brutalidades estéticas contra la convivencia y la armonía social, se escuchan bien intencionadas palabras de los responsables políticos asegurando que se va a incrementar la acción de la Policía Local para detectar a los profanadores de la estabilidad colectiva. Una canción repetida a lo largo de las décadas. Pero, vistos los antecedentes, rara vez produce resultados suficientes.

Cort debe tomar el toro por los cuernos. Para combatir las acciones vandálicas ante todo hay que tener muy presente que se trata de bandas numerosas y organizadas. Y para luchar contra organizaciones, aunque sean pandillas, son necesarios muchos medios y enorme profesionalidad. Sin una sólida tarea de investigación, sin redes de confidentes, sin un mayor incremento preventivo de la vigilancia nocturna, sin un control preciso y serio de los bazares donde se venden esprais de pintura barata sin ninguna cortapisa, sin la instalación de cámaras en lugares estratégicos, la batalla se seguirá perdiendo. Los daños continuarán. Cort invierte un dineral en limpieza de desaguisados mientras por la noche se estropea el triple de lo que se adecenta de día. Y eso por no hablar de los hirientes perjuicios a particulares.

Lo peor es que los grafiteros salvajes se sienten impunes. Y eso potencia las bandas, en captación de componentes y en capacidad de agresión.