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El jueves por la tarde me dí una vuelta por el casco antiguo de Palma y tuve una sensación parecida a cuando se te dispara la adrenalina. Fue algo así como sintonizar el dial de una emisora de radio y escuchar alguno de los temas de Bob Dylan, Dire Straits, Jethro Tull o Pynk Floyd, por ejemplo. Allí, en la calle d'en Bosch, había un grupo de policías que estaban llevando a cabo un registro por un asunto de tráfico de drogas. Mi compañero Alejandro Sepúlveda y yo preguntamos de qué iba el tema en concreto, y nos explicaron que en aquellos momentos se estaba registrando un piso del edificio señalado con el número nueve, que se viene utilizando como pensión, y donde había claras sospechas de que era un punto de venta de hachís. Los policías pertenecen al MIP-Uno de la comisaría de centro y en estos momentos están trabajando con una comisión judicial.

Al cabo de un rato salen hasta cuatro detenidos de los cuales, la verdad es que me parecen todos 'nuevos' en este submundo. Se trata de un grupo formado por una mujer, su hija, un joven que creo es el yerno y otro hombre. Los tres primeros forman parte de un clan familiar y el cuarto es el que utilizaban como vendedor. Me vienen entonces a la memoria alias como los de 'La Pedos', 'La Prysca', 'El Seco'... Evidentemente eran otros tiempos y el barrio chino y parte del casco antiguo -hablamos a partir de la década de los 80 y hasta hace pocos años- era un auténtico gettho donde varios clanes familiares campaban a sus anchas y se vendían todo tipo de sustancias estupefacientes. Por las noches, en sa Porta de Sant Antoni las mujeres ofrecían sus desencantos a cambio de un mínimo de mil pesetas.La gran mayoría de ellas estaban enganchadas al 'caballo', algunas estaban infectadas del virus del Sida y en general ofrecían una imagen de estructuras óseas más bien enclenques, miradas perdidas y mentes con el único deseo de recoger la pasta para después comprar la dosis. A pocos metros de ellas, en una esquina de la calle Herrería, se colocaron después los travestis y a altas horas de la madrugada el paisaje que había en la zona era de algunos vehículos dando vueltas, en busca de algún cuerpo no demasiado destrozado por la droga, y de grupos de 'yonkies' que se iban juntando en los 'picaderos'.