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JAVIER JIMÉNEZ-PEP MATAS
Ana Eva y el hombre que declaró ayer en policía se conocieron en el mes de mayo de 2001, cuando un amigo común los presentó. La filóloga, que había salido de una larga relación con otro joven palmesano, se enamoró de él y empezaron a verse con frecuencia.

Sin embargo, sus allegados recuerdan que no se trataba, ni mucho menos, de una relación convencional y tampoco pasaba, en el mes de octubre, cuando ella desapareció, por su mejor momento. Su compañero, de 32 años, no se comprometía más de lo imprescindible y la maestra, un poco cansada, se fue desenamorando de él. El grupo de amigas de Ana Eva sabía, lógicamente, de la existencia de esta persona en su vida, pero la filóloga no se refería a él como «mi novio» y otros conocidos de su entorno no sabían ni tan siquiera que mantenían una relación sentimental de medio año.

El vecino de Palma, que fue trasladado a la Jefatura de Ruiz de Alda a las 19.15 horas de ayer en un coche camuflado, participó activamente en las movilizaciones por Ana Eva, pegó carteles en calles y tiendas y acudió a todas las reuniones que la asociación de amigos convocó. Incluso hace dos meses, cuando cientos de personas se concentraron en la Plaça de Cort pidiendo resultados en la investigación sobre la desaparición, el novio también estuvo presente, aunque en un discreto segundo plano, lejos de las cámaras de televisión y de los flashes de los fotógrafos.