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«Pensábamos que había llegado el fin del mundo. Pasamos mucho miedo. Las tejas que caían de los tejados iban como balas. Comenzó a llover y, durante unos diez minutos, vivimos la mayor de nuestras pesadillas», relataba uno de los jóvenes que, con lágrimas en los ojos, relataba lo acontecido.

Nada más golpear el cap de fibló el Santuari de Lluc, se vivieron momentos de tensión, nerviosismo y pánico. Las más de 150 personas se encerraron en el interior de sus celdas y se encerraron a cal y canto. Se apagaron todas las luces y solamente se escuchaban crujidos, la caída de árboles, tejas, parte del mobiliario de las terrazas y los más de 8.000 metros cuadrados de tejado.

«Nunca habíamos pasado tanto miedo. El tornado pasó y arrancaba de raíz árboles gigantescos y los propulsaba contra el suelo. Nosotros estábamos acampados y corrimos a pedir ayuda a las celdas. Allí nos acogió el prior y nos ofrecieron celdas para pasar la noche y comida caliente. Ellos fueron nuestros salvadores y les estaremos eternamente agradecidos», concluye Mari Carmen, una de las jóvenes que estaba acampando en la explanada junto a un grupo de amigos.

Daños
Por su parte, los daños ocasionados más significativos, según Joan Cifuentes, responsable de los Bombers de Mallorca, son los de la estructura superficial del Santuari de Lluc.

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«Nueve efectivos del cuerpo de bomberos del parque de Inca estamos revisando las estructuras del santuario y retirando materiales peligrosos que han caído o que han quedado colgando, tras el desprendimiento de tejados, tuberías, cristales y farolas. Para nosotros, lo más importante es garantizar la seguridad de las personas», concluía Cifuentes.

Carreteras
Por otra parte, desde el Consell de Mallorca se informó que las vías de acceso al Santuari de Lluc tuvieron que ser cerradas durante la madrugada del miércoles al jueves por la caída de pinos y desprendimientos de la montaña.

Las carreteras Ma-10, en la salida de Lluc hacia Pollença, la Ma-2140, en la entrada a Lluc, y la Ma-2130, carretera de Caimari a Lluc, estuvieron cortadas hasta las 6 horas de ayer.

En todas ellas, la caída de árboles imposibilitó el tráfico normal y los operarios trabajaron toda la noche para retirar los obstáculos. En la Ma-10, a la altura del kilómetro 37,9, entre los términos municipales de Fornalutx y Escorca, se produjo un importante desprendimiento de rocas que, sin embargo, no obligó a cerrar la vía, pero sí uno de los carriles.