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Ya lo dice el refrán: Santa Rita, Santa Rita, lo que se da, no se quita. Así que los vecinos de Génova han recuperado al fin la imagen de la iglesia que fue sustraída hace unos días y que causó auténtica indignación en esa barriada palmesana.

El rocambolesco robo ha tenido un final también bastante curioso: fue un feligrés, que este fin de semana paseaba por el baratillo de Palma, el que reparó en la talla robada. La tenían a la venta dos rumanos por un precio que rondaba los 120 euros y el devoto, sin pensárselo dos veces, la compró y se la llevó rápidamente a Génova, para devolvérsela a Pedro Vallés, el párroco.

Satisfecho

El sacerdote explicó ayer a este diario que la imagen de Santa Rita se encuentra «en perfecto estado» y que ya ha sido devuelta a su hornacilla original, en el templo de Génova.

Vallés reconoció que habían sido días de cierta angustia, porque la pieza es muy venerada por los feligreses y su robo había causado bastante malestar.

El Cuerpo Nacional de Policía, por su parte, continúa con las diligencias para aclarar todos los detalles relacionados con la sustracción. Fuentes policiales indicaron que lo más apropiado habría sido que el feligrés que paseaba por el rastro palmesano hubiese llamado al 091 nada más reparar en la imagen.

Declaración

Ahora, sin embargo, tendrán que ser los agentes los que busquen a los dos rumanos que tenían en venta la talla y que sabían, a tenor del precio que pedían, que se trataba de una antigüedad de cierto valor.

Lo que no está tan claro es que los dos ciudadanos del Este conocieran el origen ilícito de la pieza. De hecho, la policía sospecha que el autor del robo -que todavía no está identificado- fue el que vendió directamente a Santa Rita a los vendedores del rastro.