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El segundo puñetazo que Paolo Baptista dio a Abel Ureña provocó en la víctima un hematoma «mortal de necesidad». El neurocirujano que trató de urgencia a la víctima declaró ayer en el juicio que sólo se le operó y se intentó hacer algo dada su edad y la rapidez con la que habían intervenido los servicios de emergencia: «Que se mantuviese ocho días con vida ya era un logro extraordinario para nosotros».

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El doctor reveló que cuando el joven de 29 años llegó tenía ya un golpe mortal justo encima de la oreja derecha. Ese fue el segundo puñetazo que Baptista dio esa noche a Ureña. Antes había golpeado ya una vez a la víctima en medio de una discusión supuestamente motivada por drogas. Sobre ese primer incidente declararon varios testigos en la segunda sesión del juicio ayer. De su relato se desprende que fue un golpe fuerte que provocó que Ureña cayera al suelo. De ahí se lo llevaron varios compañeros al 'office' de la discoteca para poderle atender y fue allí donde ocurrió el golpe mortal. «Le levantamos porque quedó aturdido y le apoyamos en una máquina de refrescos a ver si se le pasaba», comentó uno de estos testigos.

Las sesiones transcurren entre esfuerzos de la magistrada que preside el jurado para limitar la prueba y acotar el juicio a lo que discuten las partes: si el golpe tenía intención o no de matar. Del juicio también se han caído dos testigos clave: la novia del acusado y el jefe de camareros que estuvo presente en la primera agresión. La declaración de este último fue leída por la secretaria judicial. Ratifica que detrás de la pelea estaba que la víctima le iba a entregar droga a la novia del acusado.