Los dos acusados durante el juicio. | Alejandro Sepúlveda

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Un perito ha declarado hoy en el juicio a dos policías acusados de torturar a un detenido que el moratón que presentaba el hombre en la sien tras su arresto en una reyerta en agosto de 2009 es compatible con la marca que dejaría el cañón de un arma como la que portaba uno de los agentes.

El técnico ha explicado en la segunda jornada del juicio en la Audiencia de Palma que analizó las fotografías de un hematoma con dos círculos concéntricos junto a la oreja izquierda que se tomó el hombre tras denunciar que le habían agredido los policías, las comparó con la huella que dejaría el cañón de cuatro armas distintas y concluyó que era compatible o se podía hacer con una Star PK. Se trata de la misma pistola que llevaba uno de los acusados.

La víctima declaró ayer que un policía le había apuntado tres veces con una pistola en la sien y la había disparado en vacío, mientras estaba detenido y esposado, y otro lo sujetaba pisándole la cabeza contra el suelo. Uno de los acusados admitió haberle golpeado con un arma pero negó haberle apuntado con ella.

Varios testigos que han declarado hoy -los dos agentes que redactaron el atestado por la detención, la exmujer de la víctima y su hermana- han coincidido en que la víctima les contó desde un principio con detalle el mismo episodio que supuestamente ocurrió en el garaje de la Jefatura Superior de Policía de Palma.

«Cuando lo bajé al calabozo me contó que le habían puesto la pistola en la cabeza y disparaban. Le decían que se había encasquillado, volvían a montar el armar y volvían a disparar», ha contado el policía que redactó el atestado.

La jueza que preside el tribunal, Francisca Ramis, ha cuestionado la actuación de varios policías en este caso y cómo permitieron que un agente borracho y fuera de servicio recibiera a un detenido o que no se identificara a quienes habían estado presentes en la supuesta agresión, cuando eran testigos de la misma.

Además ha adelantado que el tribunal deducirá testimonio para que sea investigado si el atestado policial por lo ocurrido aquella noche fue manipulado y alguna firma falsificada, tal como declaró ayer uno de los testigos, el subinspector de la UIP que detuvo al hombre tras la reyerta en un bar de Palma.

El policía instructor del atestado ha recalcado que dicho subinspector no les contó «absolutamente nada» de la supuesta agresión.

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El atestado se centra en la detención y finaliza con un párrafo que relata que al llegar a Jefatura el detenido se abalanzó sobre uno de los agentes que lo conducía al calabozo, hubo un forcejeo y otro policía lo redujo utilizando una defensa reglamentaria.

La jueza ha reprochado al agente que escribió el atestado que incluyera ese párrafo «que resultó que no era verdad», entre otras cosas porque el policía que supuestamente redujo al detenido no estaba en el garaje cuando ocurrió el episodio.

El autor del escrito ha explicado que se limitó a recoger lo que le contaron los policías que comparecieron, que no fue la realidad de los hechos.

La magistrada ha criticado, «como ciudadana», que en un atestado elaborado por «una institución tan importante» como la Policía Nacional se pusieran «cosas que no son ciertas» y que ha calificado como «errores intencionadísimos».

«Creo que la responsabilidad del policía es investigar», ha asegurado la jueza después de que el agente que instruyó el atestado haya explicado al tribunal que no incluyeron el relato del detenido en el mismo porque les dijo que quería declarar ante el juzgado. Ha explicado que cuatro días después informaron a su superior de la supuesta agresión que les había contado el detenido.

El inspector que estaba de guardia en la comisaría esa noche ha detallado que el atestado se redactó en dos turnos distintos porque los agentes que tenían que comparecer no se ponían de acuerdo sobre si declarar juntos o por separado, y si habían actuado en la reyerta como particulares o identificándose como policías.

Ha declarado que se marchó explicó a los que entraban que debían incluir las comparecencias del subinspector de la UIP y del inspector de motos (acusado), pero días después vio que «no figuraban tal como se había acordado».

El coordinador del servicio de esa noche ha calificado lo ocurrido como «un malentendido» y ha explicado al tribunal que intervino porque había un subinspector que quería detener a un inspector. Ha reconocido que dicho inspector «no debía intervenir» en la conducción del detenido porque estaba libre de servicio.

Si bien el detenido manifestó que le habían agredido, el coordinador ha admitido que no observó si tenía lesiones y no le preguntó mucho. «Estas situaciones las encontramos cada día», se ha justificado, y ha añadido que no supo hasta días después que el hombre presentaba lesiones.