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La Audiencia Provincial de Palma ha condenado a once años de cárcel a un hombre que intentó acabar con la vida de su expareja clavándole en el cuello un cuchillo de 15 centímetros que le causó una parada respiratoria y un shock hemorrágico, si bien la rápida asistencia de los sanitarios que acudieron al lugar evitaron que falleciera ante la gravedad de la herida.

El tribunal de la Sección Segunda condena asimismo a Ahmed E., sobre quien pesa un delito de asesinato en grado de tentativa y una falta de lesiones, a indemnizar a su víctima con 42.510 euros y le prohíbe acercase a ella a menos de 500 así como comunicarse con ella por cualquier medio durante un periodo de 15 años. El acusado lleva en prisión provisional desde que sucedieron los hechos, el 15 de agosto de 2013.

Tal y como considera probado la sentencia, el procesado, en situación irregular en España, logró ese día, tras «mucho insistir» por teléfono, que su expareja quedara con él con el pretexto de que le devolviera una televisión y un microondas que eran suyos. Acordaron verse en la calle Lluís Martí, de Palma, adonde acudió en coche la joven acompañada por su madre por miedo al acusado.

Una vez en el lugar, la mujer permaneció en el vehículo sentada y con el cinturón puesto y, en el momento en que Ahmed E. se acercó y se agachó para hablar con ella por la ventanilla, apreció cómo del bolsillo de su pantalón asomaba la punta de un cuchillo. Al pedirle explicaciones, él le respondió que se estaba peleando con otro hombre.

En ese instante, el acusado empezó a insultarla y a advertirle de que «si no era para él no era para nadie» y, cuando ella le instó a que recogiera sus cosas del maletero, el inculpado hizo el amago de ir a la parte trasera, si bien, sin que la víctima se percatase, sacó el cuchillo de su bolsillo y se lo clavó en el cuello, seccionándole la arteria cariótida y varias arterias.

Admed E. continuó atacándole, causándole heridas en el brazo izquierdo, en la cara y en el tórax. La gravedad de las agresiones provocó que a la mujer le quedasen como secuelas la parálisis de una cuerda vocal y los nervios craneales y limitaciones funcionales en el hombro, además de una atrofia muscular y varias cicatrices, una de ellas de 14 centímetros en el cuello.

Al presenciar los hechos, la madre de la víctima intentó salir del coche para auxiliarla pero el inculpado, al verla, se dirigió hacia ella para propinarle una patada en el tórax y cerrar violentamente la puerta, pillándole una pierna y ocasionándole hematomas en la misma así como en la región mamaria.

El procesado abandonó rápidamente el lugar, tirando en su huída el cuchillo en una papelera y dirigiéndose hacia la plaza de Son Gotleu, donde intentó confundirse con el gentío. Minutos más tarde fue reconocido y detenido por la Policía Nacional gracias a la descripción que de sus características físicas y su vestimenta había proporcionado la madre de su expareja.

La víctima fue atendida en el lugar de los hechos por una enfermera que acudió tras oír los gritos de socorro de su madre, lo que evitó que se desangrara hasta morir. Además, en la ambulancia que se desplazó a la zona viajaba un médico cirujano que pudo detener la hemorragia y suturar la herida del cuello.

El acusado asegura que todo fue «accidental»

Durante su declaración en el juicio, Ahmed E. no negó ser el autor de las heridas si bien manifestó que todas ellas se produjeron de forma accidental, afirmación que, según el tribunal, «no puede ser en absoluto considerada».

El acusado relató que ese día iba muy bebido y que además se había dejado las llaves en su casa, dentro de la cerradura, por lo que acudió a una carnicería cercana de donde cogió el cuchillo con el que forzar la puerta. Según explicó, una vez allí, la joven le espetó que tenía «cara de perro» y, al salir del coche, se dio con el cuchillo en el cuello y empezó a sangrar abundantemente.

Según la versión del acusado, que no considera acreditada el tribunal, intentó ayudar a la víctima pero no pudo porque su madre salió del coche y empezó a pegarle y a insultarle, por lo que tuvo que empujarla para separarla, momento en el que, asustado, abandonó el lugar corriendo , tirando el cuchillo en una papelera que encontró en el camino.