Arnau M. N., en una comparecencia en los juzgados de Manacor, en marzo. | Alejandro Sepúlveda

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Arnau M. N., el principal sospechoso de matar de un disparo a Ángel Abad en junio de 2014 busca ahora construirse una coartada. El imputado pidió hace unas semanas declarar de forma voluntaria en el juzgado de Manacor que instruye la causa. En su segunda comparecencia judicial mantuvo su inocencia a pesar de las pruebas de la policía científica que le incriminan.

Sostiene que nunca fue al bar Gorli –donde la víctima fue asesinada– esa mañana sino que acudió directo a su taller. De hecho, aseguró que tiene testigos de que llegó sobre las siete y media de la mañana. La fiscal le preguntó por qué hasta ahora nunca ha mencionado a esos testigos. «No me acordé», aseguró.

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El imputado tampoco da una explicación clara sobre por qué el arma del crimen estaba en su taller. El revólver fue encontrado por la Policía Nacional. Dice que no sabe nada del arma y que nunca lo hubiera dejado allí porque lo podría encontrar su hija.

La policía tiene otra prueba que le incrimina: una cámara le grabó esa mañana cuando iba a su taller y llevaba una bolsa. En ella se encontró pólvora, lo que indica que allí viajó el arma recién disparada. Arnau lo niega. Según sostiene esa bolsa la llevaba años antes cuando iba al club de tiro olímpico para practicar.

El 24 de junio de 2014 Ángel Abad llegó al bar a las siete de la mañana. Media hora después, la mujer de la limpieza entró en el establecimiento y encontró el cadáver. No había signos de robo: la víctima tenía dos disparos de bala pero la caja registradora no había sido forzada.