Santiago Garrote. | Click

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Santiago Garrote es un mallorquín que fue condenado por narcotráfico en el año 2009 a diez años de trabajos forzosos en Senegal por introducir 3,5 kilos de cocaína en una maleta.

Tras cumplir seis años de condena en unas condiciones infames y tercermundistas, Garrote consiguió ser extraditado a España. En estos momentos, el mallorquín se encuentra en la recta final de su pena y lo hace en el CIS (Centro de Inserción Social o de Régimen Abierto) de Palma.

«Lo primero que quiero decir es que nadie se meta en el mundo de la droga porque al final siempre acabas cayendo. Yo he vivido seis años en el infierno y me han destrozado la vida», añade Santiago. «Éramos un grupo de cinco mallorquines -yo iba con mi novia- y nos pagaban 6.250 euros por hacer de ‘correo’ de la droga. Hicimos el trayecto de Cabo Verde hasta Dakar y en el aeropuerto la policía detectó a través de los rayos ‘X’ la droga en una segunda maleta. Nos cogieron y me condenaron a diez años de cárcel. Al ser interceptados yo asumí la responsabilidad y me comí el marrón», puntualiza Garrote.

Una condena en una prisión de Senegal para un latino es casi una sentencia de muerte. Un infierno donde se impone la ley del más fuerte o del que más dinero pueda disponer para sobornar a los policías del centro.