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Dos guardias civiles que investigaron el asesinato de una mujer, ocurrido en la playa de Son Bauló en marzo de 2014, han declarado este martes en el juicio que se celebra en la Audiencia de Palma que las huellas que hallaron en el lugar del suceso indican que hubo lucha.

La descripción de lo que pudo ocurrir en la playa que han realizado ante el jurado los agentes que investigaron el caso difiere del relato del acusado y marido de la víctima, Dimitry U., que este lunes contó que fueron allí con la intención de suicidarse, que él la sacó del agua después de que se la llevara una ola, que la ayudó, la intentó reanimar en la orilla y se recostó junto a ella.

Los guardias han explicado ante el jurado que las huellas que encontraron en la arena indican que hubo lucha y una acción violenta en un lugar donde posiblemente la víctima murió y posteriormente un arrastre de unos 86 metros en el que el agresor tiró de ella por los hombros o las muñecas hasta donde fue hallado el cadáver.

Concluyeron además que la mujer había estado en el agua porque tenía toda la ropa mojada y hallaron restos de algas dentro de sus botas y que en algún momento había estado además bocabajo porque presentaba mucha arena en la cara y la faringe.

La Fiscalía pide una condena de 20 años de prisión por asesinato con la agravante de parentesco para el acusado y la defensa pide su absolución, al entender que lo ocurrido fue un homicidio imprudente.

Varios de los guardias civiles que investigaron el caso han explicado al jurado que les costó mucho identificar a la víctima porque nadie de la zona donde apareció el cadáver ni de las proximidades la reconoció, a pesar de que tenía unas características físicas muy particulares. Luego supieron que prácticamente no salía de casa.

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Por la extrema delgadez de la víctima y porque le faltaban varios dientes, los agentes indagaron en hospitales, centros especializados en drogodependientes y personas con problemas de alimentación así como clínicas dentales, pero la identificación no se produjo hasta cinco días después del hallazgo del cadáver, cuando una compañera de trabajo alertó a las autoridades de que no lograban localizarla.

La empleada de la empresa para la que la mujer hacía las traducciones ha relatado que empezaron a preocuparse cuando habían transcurrido 2 o 3 días sin que ella respondiera a las llamadas ni a los correos electrónicos porque era «muy cumplidora» y «muy rápida» en el trabajo.

La empleada ha descrito a Olga como una persona reservada que en una ocasión comentó que había sufrido «una crisis» y había estado ingresada dos días y que también dijo haber sufrido problemas alimentarios.

Insistió con las llamadas durante varios días y ante la ausencia de respuesta, buscó en la guía telefónica, encontró su dirección y llamó a varios vecinos para preguntar por la traductora. Uno de los vecinos le dijo que llamara a la policía porque «hacía varios días había pasado algo» y la Guardia Civil había estado en el edificio.

Varios agentes volvieron al domicilio de la víctima y, tras insistir varias veces, el marido les abrió la puerta. Por su aspecto, que coincidía con el de la mujer aparecida en la playa por su extrema delgadez «fue verlo y pensar que ésta era la persona», ha relatado uno de los guardias.

Cuando le preguntaron por su esposa, se llevó la mano al cuello y pasó el pulgar de un lado al otro, con gesto de degüello, para indicarles que estaba muerta.

En la vivienda encontraron un bolso con arena oculto en un armario, así como las botas del acusado, que habían sido limpiadas pero aún así tenían también restos de arena. El domicilio llamó la atención de los agentes por su falta de limpieza y ventilación y porque no hallaron absolutamente nada de comida ni dinero.