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La Audiencia de Palma ha condenado a 6 años de cárcel a un hombre de 60 años que fue juzgado por segunda vez por la Audiencia de Palma acusado de violar a su sobrina cuando la niña tenía 4 años.

El tribunal de la sección segunda de la Audiencia de Palma que juzgó el caso los pasados días 15 y 16 ha condenado a M.G.L. por el delito continuado de agresión sexual con acceso carnal pro vía bucal y anal y con prevalimiento por razón de parentesco.

Le aplica, no obstante, la atenuante muy cualificada de cuasi-prescripción, ya que los hechos considerados probados en la vista ocurrieron en 2014. Además, le condena a indemnizar a su sobrina con 24.000 euros.

La Fiscalía y el abogado de la denunciante pidieron una condena de 15 años de prisión en el juicio, que fue repetido por orden del Tribunal Supremo tras anular la sentencia de conformidad que había dictado la Audiencia en 2015.

El Supremo admitió un recurso de casación del procesado, que en el primer juicio se conformó con una pena de 14 años y 3 meses de prisión.

En la segunda vista el hombre juró que los delitos que se le imputan «no son ciertos» y su abogado solicitó su absolución, aunque subsidiariamente planteó la atenuante de cuasi-prescripción y una pena rebajada de 3 años y 9 meses.

La denunciante declaró que los abusos comenzaron como un juego y se produjeron en la vivienda del acusado, en su dormitorio, varias tardes en las que cuidó de ella y de su primo (hijo del procesado) después de salir del colegio, cuando ellos tenían 4 y 5 años.

Además de ponerles películas pornográficas y masturbarse habitualmente delante de ellos, varias veces se encerró con ella a solas en la habitación, la obligó a hacerle felaciones sujetándole la cabeza con las dos manos y en una ocasión la violó analmente, según relató.

En otras ocasiones, los abusos incluían también a su primo porque su tío los obligaba a besarse delante de él, agregó.

La chica situó lo ocurrido en 1996 porque asegura que los abusos ocurrieron cuando su madre estaba embarazada de su hermana pequeña, ya que recuerda que el que entonces era su tío la intimidaba para que no contara nada y la conminaba a guardar «su secreto» para que no le sucediera nada a su madre ni al bebé.

La joven, que denunció los hechos cuando tenía 22 años, argumentó que su mente «bloqueó» el recuerdo de dichos episodios hasta que empezó a recordarlos en sueños tras ver un documental sobre abusos a menores en televisión.

No lo recordó todo y asumió que realmente le había ocurrido a ella hasta que intentó empezar a mantener relaciones sexuales con su novio. La joven acudió a terapia para niños abusados.

Su primo, que declaró como testigo, corroboró que su padre, con el que no mantiene ninguna relación desde la denuncia, se masturbaba con frecuencia delante de ellos, en una ocasión le obligó a que intentara penetrar a su prima y casi todas las tardes que los cuidó se llevó a la niña a su habitación mientras lo dejaba a él jugando con una consola.