Imágenes del 22 de agosto de 1992, cuando la Guardia Civil cerró BCM por consumo y venta de drogas. | Michel's

TW
9

Corren los años 70 en Mallorca y para la Guardia Civil suena por primera vez un nombre: Bartolomé Cursach Mas. Desde entonces, y a lo largo de cuarenta años, tanto la Benemérita como la Policía Nacional han tenido en su punto de mira al ‘rey de la noche’. Pero nunca, hasta ahora, habían podido reunir pruebas suficientes para detenerlo.

En la década de los 70 se requisa un alijo de 40 kilos de hachís, que algunos confidentes de la época relacionan con un jovencísimo Cursach. Nada se pudo concretar. En los años 80 circula la leyenda de que el empresario moviliza autobuses llenos de extranjeros de vacaciones en s’Arenal y los lleva de noche a Magaluf, para montar peleas y crear inseguridad.

En verano de 1992, cuando Cursach ya era un empresario de éxito y controlaba la noche, la Benemérita ordenó cerrar BCM en plena temporada turística. Era el 22 de agosto de 1992 y la victoria policial fue efímera: un mes después la discoteca volvía a funcionar a pleno rendimiento.

Un año después, en 1993, descubrieron que se rellenaban botellas de alcohol de marca y servían «garrafón» en algunas de sus discotecas.

Una leyenda policial resume sus cuarenta años bajo sospecha: «Una de dos: O bien era más listo que nosotros y nos consiguió burlar durante todo este tiempo, o bien en todo lo que se contaba de él había mucho de leyenda urbana. De mito».