Jaume Barceló, coronel jefe de la Guardia Civil. | Alejandro Sepúlveda

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Con un padre y un abuelo beneméritos, Jaume Barceló Huguet (Campos, 1957) no tenía mucho margen de maniobra. Ahora, a las puertas de su jubilación, tras una carrera impecable que le ha llevado a lo más alto de la Guardia Civil, concede una sincera entrevista a Ultima Hora para hacer balance de su gestión.

Se va a los 61 años, en plenitud mental y física. ¿No es cruel?
— Si le digo la verdad, no lo llevo nada bien eso de retirarme. Creo que podría dar más servicio a la sociedad. No entiendo por qué tenemos que jubilarnos tan pronto. Lo único bueno es que eres joven para cazar o pescar, por ejemplo.

Dicen que le están lloviendo ofertas.
— No sé si me lo dicen para quedar bien... En fin, ya veremos qué hago. Incluso (ríe) podría ser columnista de Ultima Hora.

Su peor momento fue cuando le grabaron y filtraron las cintas en las que se refería al trato a detenidos.
— Un hombre que manda a más de 2.000 guardias civiles es normal que tenga algunos enemigos. No he cometido nunca injusticias y si lo he hecho pido disculpas. De todas formas, a los que hicieron aquello les perdono.

Tuvo muchos apoyos.
— Que te graben y malinterpreten tus palabras es muy duro, pero lo bueno fue que me demostró el afecto de los míos. Vinieron muchísimos a la puerta a darme un abrazo. Fue muy emocionante. Yo nunca he sido partidario de pegar a nadie. No compartía eso, pero para empatizar, para levantar el ánimo, hice ese comentario sobre agresiones.

Su mandato se ha centrado en combatir el menudeo de drogas.
— Jo som mallorquí i pagesot. Y sé lo que pasa en la Part Forana. El menudeo genera gran inseguridad ciudadana, molesta a los vecinos y es una lacra. He tenido una relación muy próxima con los alcaldes. Y en las operaciones antidroga hemos querido ser respetuosos con la policía.

No siempre se ha conseguido...
— Es normal. Si entramos en Palma, que es zona de la Policía Nacional, pueden surgir tensiones. Pero no olvide que la competencia es buena. Sale ganando el ciudadano. Comparto las palabras del jefe superior de Policía, Antonio Jarabo, cuando dice: «Nos peleamos para trabajar».

¿Cuál ha sido su consigna antidroga?
— A mi no me preocupa la cantidad de droga que cogemos, sino las penas que le caerán a los traficantes. La clave es investigar la organización, demostrar el tráfico organizado. Hay que amarrar el atestado. Demostrar quién se enriquece con las drogas.

Sus unidades favoritas han sido la Policía Judicial de Algaida y el ECO.
— Bueno, han sido dos unidades muy activas. Han hecho servicios muy importantes en el tema de las drogas. Pero no tengo preferencias por nadie. Tengo otros grupos, aunque no sean tan activos. También la Policía Judicial de Manacor ha hecho un buen trabajo. O la Policía Judicial de Inca, con el sargento Marín. La Policía Judicial de Pollença ha sido otro diez y la Policía Judicial de Calvià también. El EDOA ha pasado un pequeño bache, pero ahora ya funciona a tope. También el teniente Tejero ha hecho un gran trabajo en investigación fiscal.

Su segundo, el teniente coronel Orantos, ha sido clave.
— Quiero poner en valor la figura del teniente coronel, que ha hecho un esfuerzo ímprobo. Ha sido un gran segundo, estoy muy contento con él. También quiero decir que mi otro teniente coronel, Godoy, ha sido un crack. Es un lujo haber tenido a estos dos tenientes coroneles. También quiero destacar el papel del comandante Asís en la nueva Comandancia.

¿Fue muy duro registrar el cuartel de la Policía Local de Palma por la trama de corrupción?
— No fue agradable, desde luego. Pero cumplimos las órdenes que dictaron los jueces y los fiscales.

Y eso que usted sonó como jefe del cuartel de San Fernando.
— A lo mejor me hubiera ido allí de jefe en otras circunstancias.

¿Hay menos corrupción política?
— Ha bajado porque ha habido un antes y un después desde el ‘caso Andratx’ de 2006, que fue una investigación nuestra. Era normal para algunos dar sobres. Los políticos se han puesto las pilas. No podía ser normal lo de los sobres. No sólo no era ético, sino también era un tema penal.

Ha tenido una luna de miel con los hoteleros.
— Ha habido muy buen rollo. No hay que olvidar que los turistas vienen por las playas, pero también por la seguridad. Lo que más le duele al turista no es el robo, sino que no lo atiendas bien cuando denuncia. Ese veraneante ya no volverá, así que eso hay que cuidarlo mucho. Por ese motivo creamos los SATE, para potenciar al máximo la atención a los turistas que denuncian.

¿Qué opina de la turismofobia?
— Le contesto como ciudadano: el turismo es una fuente de ingresos.

¿Cómo ve el catalanismo?
— Tenemos dos lenguas oficiales; otra cosa es la educación. Jo som mallorquí i xerr mallorquí. No me tienen que dar ninguna lección. Lo importante es que nos entendamos, aunque hay gente que busca el enfrentamiento. Que provocan a nuestros guardias. A los guardias nuevos les pido siempre dos cosas: educación y que sean muy respetuosos con el idioma. No tolero eso de «háblame en cristiano» o «la lengua del imperio». Pero también tengo agentes que me han venido a ver llorando porque se encuentran que sus hijos se tienen que catalanizar en la escuela. Hay algunos con problemas de integración que tienen que irse a la Península. Y tienen un trauma. La mujer se va con los hijos y él se queda. Esto es muy grave.

Les ven como fuerzas de ocupación.
— No venimos a conquistar nada, ya está todo conquistado. Aquí tenemos nuestras costumbres y no se combate nada. Aquí está todo ganado.

Lo pasaron muy mal el pasado octubre en Cataluña durante el referéndum ilegal.
— Lo viví con mucha pena. Pero destaco el coraje de nuestros hombres. Los guardias que fueron acorralados y atacados podrían haber hecho una barbaridad, porque los estaban atacando. Los sitiados tuvieron agallas. Uno se cruza y hace una barbaridad. Lo pasaron muy mal.

¿Qué opina de las acusaciones de corrupción contra sus amigos el comisario Toni Cerdá y el inspector jefe Toni Suárez?
— Bueno, amigos... Bueno, los conozco desde hace muchos años. He hablado con los dos y los dos manifiestan su inocencia. En principio me cuesta mucho creer esas acusaciones. Pero no tengo los datos suficientes para poder saber toda la investigación. No es de la Guardia Civil, aunque al principio se pensaran que éramos nosotros los que les investigábamos. Es algo interno del Cuerpo Nacional de Policía. En principio me creo la versión según la cual Toni Cerdá, por eso de que fue un gran policía y tenía amistad con determinados jueces y fiscales, hizo gestiones ‘a posteriori’, de jubilado.

Están hundidos.
— Lo que peor me sabe es que si finalmente salen libres de toda pena, que creo que será así, han tenido que haber pasado momentos muy desagradables. Cerdá ha sido muy fiel a jueces. Confío plenamente en la Justicia.

Si Cerdá tirara de la manta, ¿habría un terremoto?
— Claro que cualquiera de este nivel puede tener acceso a determinadas informaciones, pero no olvide que los hombres se visten por los pies. Y yo ver un pataleo y sacar según qué, no es un estilo que apruebe. Todos tenemos información, pero si está en el ámbito del secreto judicial, tenemos ética. Y valores: honor, lealtad.

Preocupa el yihadismo.
— La gente está inquieta, pero no podemos menos que tranquilizarla. Lo que más preocupa es el terrorista eventual, que por un problema personal grave decide inmolarse, coger un cuchillo... Invocando a su Dios para redimir sus pecados. Pero hay que tener el máximo de respeto hacia los musulmanes.

Acabaron con ETA.
— Sí, les vencimos, pero el último atentado fue en Palmanova. Fui con Ramón Socías y nos encontramos uno de los guardias muertos en la carretera y el otro colgado de un árbol, mutilados. Fue dantesco. Nunca lo olvidaré. Pensábamos que Mallorca era inmune, que aquí no atentarían. Me gustaría saber cómo llegaron y cómo metieron el explosivo. Estoy seguro de que vinieron como turistas. Son unos malditos cobardes.

Cerdá se fue sin aclarar la desaparición de Ana Eva y usted sin haber encontrado a Malén Ortiz.
— Es una de mis grandes penas, junto con lo de ETA. Pero no descansaremos nunca hasta encontrarla. Su madre, Natalia Rodríguez, es increíble y hay un gran feeling con ella. Yo me voy, pero la investigación sigue.