Manolo García, sentado en el comedor de su casa con respiración asistida, junto a su hija. | Alejandro Sepúlveda

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«Estoy viviendo una pesadilla. Hacienda me ha embargado por error la pensión, estoy encerrado en mi casa y no tengo dinero ni para comprar una barra de pan. ¿Hay derecho a esto?». Esta es la llamada de auxilio de Manolo García, un jubilado de 80 años de s’Hostalot que está viviendo un auténtico calvario por un «error» de la administración.

«Todo comenzó el pasado día 12 de marzo. Tras permanecer dos semanas ingresado en el hospital, me dieron el alta médica. Nada más salir, fui al banco para sacar dinero de mi pensión y me dijeron que no podía hacer ningún reintegro porque tenía la cuenta embargada», relata Manolo. Nuestro protagonista, que vive permanentemente enganchado a un respirador de ventilación asistida, se presentó en las dependencias de la delegación de Hacienda de Baleares.

Cuenta embargada

Una vez allí, los técnicos le dijeron que ellos no habían sido y que no entendían el problema. «Todos se quitaban el muerto de encima, pero yo seguía con la cuenta embargada y sin dinero. Me puse tan nervioso que en un momento dado caí desplomado en la puerta de entrada. Los vigilantes de seguridad tuvieron que auxiliarme», añade el jubilado. Cansado de todo esto, Manuel decidió acudir al juzgado de guardia para interponer una denuncia. «Allí, como ahora, están medio cerrados por el tema del coronavirus y no querían cogerme la denuncia. Me puse muy nervioso y comencé a gritar.

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No me acuerdo si llegué a caer al suelo. Un funcionario llamó a la seguridad del edificio y también a la policía. Cuando llegaron los agentes, les expliqué el problema e informaron a los funcionarios de la obligación que tenían de recoger la denuncia. Una semana más tarde y aún sigo sin cobrar la pensión», afirma nuestro protagonista

Manolo García está casado y su mujer, de 78 años, también está enferma. Las visitas e ingresos al hospital son constantes.

Cargas familiares

Además de todo ello, tienen una hija a su cargo con una minusvalía de un 87 por ciento. De momento, gracias a la ayuda de un hijo y de algunos de sus vecinos y amigos, pueden ir ‘tirando’ durante estos días.