El abogado Vicente 'Coco' Campaner. | PINTO

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Nadie le creía cuando decía que el exjuez Manuel Penalva y el exfiscal Miguel Ángel Subirán iban a acabar en prisión. Cuando decía que eran unos delincuentes, que utilizaban a testigos para enviar a policías y empresarios a prisión o que manipulaban pruebas. El abogado y boxeador Vicente ‘Coco’ Campaner parecía un lunático cuando inició su particular cruzada contra Penalva y Subirán. Puso cuatro querellas contra ellos entre el 31 de mayo y el 27 de diciembre. Organizó cuatro manifestaciones a las que acudieron centenares de personas que recorrieron las calles del centro de Palma.

Detrás de esas marchas estaba un hombre de 31 años que se sintió un justiciero con la Justicia en contra.

–Es muy fácil herir mis sentimientos. Puedes darme un puñetazo, y me quedaré igual. Pero tus palabras pueden llegar a afectarme muchísimo– decía el exboxeador Floyd Patterson, según escribe Gay Talese en El silencio del héroe.

A ‘Coco’ le decían que tenía que ganar las peleas contra el exjuez y el exfiscal en los tribunales y no en la calle. En el juzgado se convirtió en un apestado. Decían que estaba a sueldo del empresario Bartolomé Cursach, que le había contratado para dinamitar la causa. Pocos supieron ver que el combate de Campaner era contra dos funcionarios judiciales que se sintieron todopoderosos y cometieron infinidad de irregularidades. Que incurrieron en delitos de obstrucción a la justicia, coacciones y omisión del deber de perseguir delitos.

Dos días antes de que el Tribunal Superior de Justicia condenara a Penalva y a Subirán a nueve años de cárcel a cada uno ‘Coco’ se hizo un tatuaje premonitorio de dos rayas en el trapecio derecho que para él simbolizan la guerra. Su cuerpo está lleno de dibujos, una hoja de ruta que le recuerda sus victorias y sus derrotas en la vida.

El abogado no se rindió nunca en los seis años que duró la cruzada contra Penalva y Subirán, pero ha quedado tocado: se ha separado tras una década con su mujer y ha perdido sus mejores años en el boxeo. Nunca perdió la esperanza de que algún día le dieran la razón en los tribunales, ese lugar inhóspito en el que ha recibido más puñetazos que en el ring.

El letrado no se dejó domesticar y acumuló 13 imputaciones en procedimientos judiciales por delitos de coacciones, amenazas, quebrantamientos de medidas cautelares y obstrucción a la justicia. En tres terminó condenado.

El escritor Kiko Amat, en el prólogo del libro La soledad del corredor de fondo, de Alan Sillitoe, habla del protagonista, Colin Smith, como si hablara de Vicente Campaner: «Colin gana perdiendo. No importa si nadie lo comprende, mientras él siga fiel a su alma. Cabezota hasta el final, aunque eso implique cercenar sus vínculos familiares o de clase».

‘Coco’ es como una lagartija o una estrella de mar; se regenera siempre que le vuelven a cortar.