Agentes de la Policía Nacional trasladan a uno de los detenidos en la operación. | Alejandro Sepúlveda

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La Policía Nacional abandonó el pasado jueves la barriada de Camp Redó entre vítores y aplausos tras practicar una redada de droga y asestar un duro golpe al ‘menudeo’ de venta de sustancias estupefacientes en ‘Corea’. La indignación vecinal es máxima y cualquier actuación por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad siempre es muy bien recibida.

Agentes de la Policía Nacional detuvieron a un español, de 50 años y a un alemán, de 44 años, acusados de un delito de tráfico de drogas. Durante el operativo se consiguió desmantelar tres puntos de venta de marihuana, hachís y cocaína. Fuentes próximas al caso a las que han tenido acceso Ultima Hora han confirmado que se trata de tres enclaves catalogados como los más activos de la barriada. La investigación se inició como consecuencia de informaciones y quejas vecinales sobre la proliferación de gente que acudía a comprar sustancias estupefacientes a la barriada.

Los agentes fueron centrando sus pesquisas y no tardaron en descubrir el trasiego de personas que se concentraban, especialmente, en las calles Cotlliure, Juan de Austria, Felip II y Passatge de Can Fosser. Una vez recabada toda la información, algo más de 50 agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR), Policía Judicial, Unidad Canina y el apoyo aéreo del helicóptero irrumpieron en Camp Redó procediendo a la entrada y registro de los puntos de venta de droga. Durante las entradas se intervinieron diferentes sustancias de marihuana, hachís y cocaína.

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Imagen de uno de los detenidos.

También importantes cantidades de dinero en efectivo, una pistola eléctrica ‘Táser’, machetes, cuchillos y un arma de fuego. La operación policial sigue abierta y no se descarta que en los próximos días se practiquen nuevas detenciones. Uno de los momentos de mayor tensión se produjo justo en el momento que la comitiva policial se disponía a abandonar el lugar.

En ese instante, varios familiares lanzaron piedras contra los furgones de los antidisturbios mientras no cesaban de increparles y lanzar todo tipo de insultos. Acto seguido, los agentes detuvieron los vehículos, se armaron con escudos y cascos antidisturbios y tuvieron que dispersar a los alborotadores con el uso de la fuerza estrictamente necesaria. La valentía que demostraron al principio los residentes se fue diluyendo a medida que iban recibiendo algunos ‘porrazos’ a modo de correctivo.