El Peugeot 306 cabrio que conducía el acusado fue abandonado en Son Ferriol.

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La noche del 3 de noviembre de 2019 apareció un hombre de 49 años herido de gravedad entre la maleza de la cuneta del Camí de Son Banya, a escasos metros del poblado. La víctima se encontraba aturdida y no supo dar ninguna explicación de lo que había ocurrido a los policías locales que acudieron al lugar. Los agentes no vieron marcas de frenada, ni cristales rotos ni otros vestigios que les permitiera tratar de averiguar lo que había sucedido. Al principio no sabían si había sido un atropello o una paliza por un ajuste de cuentas.

Los policías realizaron una inspección ocular de la zona en la que cayó la víctima y concluyeron que el causante del accidente había sido un coche. Un agente de la Policía Local localizó al día siguiente en Son Ferriol el coche que embistió al peatón: un Peugeot 306 cabrio que tenía la luna rota y el capó abollado. Los investigadores tras una serie de gestiones consiguieron identificar al conductor del vehículo y lo citaron en el cuartel de San Fernando, donde terminó confesando que había atropellado a la víctima.

Una jueza de Palma ha condenado al conductor a dos años de cárcel y a una multa de 1.800 euros por un delito de lesiones por imprudencia grave y otro de abandono del lugar del accidente. El acusado tendrá que indemnizar a la víctima con 204.722 euros por las lesiones y secuelas. Los médicos de Son Llàtzer tuvieron que extirparle el bazo y desde entonces camina con ayuda de un bastón porque se le rompió la tibia en varias partes.

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Un animal o una persona

El autor del atropello declaró en el juicio que iba con unos amigos a comprar marihuana y que vio una sombra negra que impactó en el cristal. El joven explicó que circulaba a unos 30 o 40 km/h, que se puso muy nervioso y que no sabía si había arrollado a un animal o una persona.

La víctima contó que iba a Son Banya a comprar droga y que alrededor de las cinco de la tarde de ese día había consumido sustancias estupefacientes. El hombre declaró que está muy deprimido desde que fue atropellado y que no es el mismo. Antes pintaba pisos y hacía escayolas, entre otras labores, pero ahora ya no puede hacer nada. Vive en casa de sus padres porque no puede vivir de forma independiente.

La jueza descarta que el peatón tuviera parte de culpa del accidente por ir sin chaleco reflectante. «El único causante del atropello fue el acusado. La importancia de las lesiones que causó a la víctima y las fotografías de los desperfectos en el vehículo sugiere un grave impacto, una velocidad inadecuada y una conducción descuidada».

«El acusado sabía perfectamente que había atropellado a una persona»

El conductor aseguró que no sabía si había atropellado a una persona o a un animal. La jueza indica en la sentencia que era imposible no ver a la víctima. «El acusado sabía perfectamente que había atropellado a una persona», señala. «Si creía que había atropellado a un animal no hubiera tomado tantas precauciones para esconderse».