TW
0

Pasada la pandemia, Palma ha recuperado la celebración de su día grande, aunque más grande se está volviendo su Revetla. Allá por 2010 aproximadamente la Cofradía de Sant Sebastià empezó a conmemorar una pequeña fiesta alternativa en la que palmesanos y palmesanas se reunían en torno al bar Can Vinagre a tomar el aperitivo. La cosa gustó y empezó a coger fuerza, en 2018 se unieron unas cuantas agrupaciones más, entre ellas nuestra querida Cofradia Pink, y a día de hoy ya son más de 100 mujeres, las Cofradías formadas por grupos de amigos que se reparten por todo Ciutat para comer y disfrutar de la posterior fiesta.

Y siguiendo la tradición, ahí estaban algunas de las chicas de nuestra cofradía de mujeres favoritas con su camiseta y su pañuelo de tacón rosa a las 12:00, como un reloj, en el bar Can Vinagre de la calle Olmos para disfrutar de la fiesta que empieza con el chupinazo al mediodía desde el balcón de encima del bar. Casi una hora de saludos y reencuentro donde pudimos ver incluso al alcalde y su mujer (miembros de otra de las Cofradías) mirando al cielo esperando a que saliera disparado el popular petardo. De ahí, sorteando las pocas gotas de lluvia que salieron a saludar pero no llegaron a estropear la fiesta, se dirigieron acompañando a la procesión alternativa de la fiesta al Otto Café, en la calle Socors, muy bien ubicado para lo que vendría después.

Ahora sí, aquí ya se pudo ir viendo cómo la marea blanquirosada iba in crescendo. El ambiente que crea esta Cofradia Pink de mujeres a su alrededor es maravilloso. Risas, abrazos, alegría por el reencuentro y felicitaciones a su presidenta, Laura Estarás, el nexo entre todas ellas y la encargada de encontrar el sitio perfecto para la celebración. No podía haber sido más acertado porque después de la comida y un poco de baile (tenían el local para ellas solas y no necesitan más para montar la fiesta), salieron al encuentro con todas las demás cofradías que se produce a solo dos pasos de la Plaza Llorenç Bisbal.

Allí cada año un encargado, este año en la Cofradía Pink fue María Grandío, de cada Cofradía pone su pañuelo anudado a la representación del brazo de Sant Sebastià, que una vez ayudado por la fuerza de todos los pañuelos, luchará contra la representación de la Peste. Ganada la batalla, a las 19:00 repicaron las campanas de la Catedral y las principales iglesias del centro en honor al patrón y para celebrar la victoria del brazo del santo. A partir de ahí ¡empieza la fiesta! Sesenta músicos de la Filarmónica de Porreres amenizaron la tarde con versiones de temas discotequeros, desde ABBA a Lady Gaga soñaron en el escenario para disfrute de los congregados, que lo dieron todo, tanto que allí ni siquiera se notó el frío de uno de los días más gélidos del año. Algunos valientes siguieron la fiesta en calle Olmos hasta bien entrada la noche. Per molts d’anys!