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Encabeza la abstracción cromática en nuestro panorama artístico. Pep Coll viste el lienzo de color. En su obra se intuye un colorido óptimo para el alborozo que la tarde de la inauguración llenó de luz el espacio de Edicions 6A, con Bel Font al frente.

La confessió d’un pocavergonya se basa en el poema homónimo del ruso Sergei Alexándrovich Esenin Confesión de un granuja, que habla de la payesía y de su infancia. Vierte todos sus recuerdos en el poema que escribió en tiempos convulsos. «Amo mi tierra. Me gustan los hocicos mugrientos de los cerdos y el canto de los sapos en el silencio nocturno. Estoy enfermo de ternura por los recuerdos de infancia». Para Coll la infancia parece ser de color rosa y celeste, de vivaz evocación.