Joan Puigserver nació en Sóller y empezó a gestionar la finca familiar hace más de catorce años. | Aina Borràs

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Joan Puigserver (Sóller, 1948) pasó a gestionar la finca familiar, Sa Vinyassa, hace ahora más de catorce años, cuando sus suegros fallecieron. Se trata de una parcela ubicada en Sóller de más de 8.000 metros cuadrados que hasta que Puigserver se hizo cargo de ella, albergaba limoneros y naranjos. Sus suegros se dedicaban a vender la fruta, aunque él al poco tiempo de trabajar ahí se dio cuenta de que ello no era suficiente.

«Los naranjos eran antiguos –mi suegra que quedó viuda hacía lo que podía– y fue tras el primer año de trabajo cuando nos dimos cuenta de que teníamos que hacer un cambio. Nos pagaron los limones a diez céntimos el kilo. Un desastre de precio», explica. Fue ahí cuando empezó su periplo con este nuevo negocio, que nada tenía que ver con su trabajo de toda la vida: «Yo todavía trabajaba en la empresa de construcción que había fundado con mi hermano, pero empecé a pensar qué podía hacer para mantener e incluso potenciar el huerto».

Lo primero que pensó fue en transicionar hacia el cultivo ecológico para poder vender la fruta más cara y tener más beneficios, pero tampoco llegó a los objetivos necesarios. «Si lo haces ecológico los costes también se multiplican por dos o por tres. No puedes dar herbicida y tienes que invertir más dinero en mano de obra».

Por ello se le ocurrió hacer un itinerario por el huerto enfocado a turistas, mostrando las distintas variedades de naranjo que se hallan en la finca. «Elaboramos fichas informativas, las colocamos por toda la finca en distintos idiomas y así es como empezamos a dar a mostrar la veintena de variedades que cultivamos», relata.

De hecho, Puigserver explica que no solo incluyó naranjos y limoneros en el recorrido, sino que las higueras, los albaricoqueros y demás frutales tan típicos en los huertos sollerics ‘entraron en el juego’: «Antiguamente los huertos de Sóller tenían un poco de todo, porque al ser minifundios, los productores tenían que garantizar tener fruta durante todo el año».

El impulsor de Ecovinyassa explica que la idea triunfó y continúa haciéndolo porque «no hay ningún otro sitio en toda la Isla que ofrezca información de las variedades, tan arraigadas a la historia sollerica. De hecho, la gente cuando viene nos dice que han conocido otra Mallorca que rehuye de playas y sol y se enfoca en la payesía».

Aunque empezó tímidamente con cuatro o cinco visitantes diarios, el proyecto se ha consolidado y hoy en día es la atracción turística más recomendada del municipio. Puigserver explica que el proyecto está en continuo crecimiento y que es otra manera de poder mantener las fincas a día de hoy: «Este proyecto nos ha permitido salvar y hacer crecer la finca. Todo lo que ganamos al año lo invertimos en el huerto y por ello, de cada vez podemos ofrecer más información y más comodidades», sentencia.