Almacenar la comida en recipientes herméticos evita la aparición de bacterias. | Pexels - Polina Tankilevitch

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Durante el verano, existe una mayor tendencia a sufrir intoxicaciones alimentarias. Las altas temperaturas propician la proliferación de bacterias y otros microorganismos dañinos que descomponen los alimentos. Además, la cadena del frío se rompe con más facilidad. Si a esto le sumamos que las comidas y cenas fuera de casa aumentan, se generan más ocasiones en las que la comida sufre una manipulación inadecuada. También, durante la temporada estival crece el consumo de comidas crudas, como el marisco.

Frecuentemente, se emplea la expresión «intoxicación alimentaria» para referirnos a cualquier afección sufrida por el consumo de alimentos en mal estado. Según aclara la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en muchos casos se trata de una infección como sucede con la salmonelosis. Las infecciones «resultan de la ingestión de alimentos que contienen microorganismos perjudiciales vivos, y son estos los que producen el daño en nuestro organismo», explica la OCU. Por otro lado, las intoxicaciones son causadas por «la toxina producida por la bacteria o el moho. Estas sustancias tóxicas no poseen olor o sabor y son capaces de causar enfermedades después que el microorganismo es eliminado». Para prevenir ambas patologías, hemos reunido tres consejos muy útiles.

Extremar la higiene

Cuidar la limpieza tanto personal como de los espacios que habitamos es clave para evitar la reproducción de microorganismos. En primer lugar, es importante recordar que hay que limpiar, utilizando los productos recomendados, tanto las manos, como los alimentos, las superficies de cocina y los utensilios con los que entrarán en contacto. Desde la OCU recomiendan evitar la contaminación cruzada, «las tablas, los platos o cubiertos que hayas usado con alimentos crudos, no los utilices otra vez con los ya cocinados sin haberlos lavado». También, es preferible usar papel de cocina en vez de trapos, bayetas y esponjas, que pueden acumular bacterias. Si no, asegúrate de cambiarlos habitualmente.

Almacena herméticamente los alimentos

Una vez cocinada, es fundamental refrigerar la comida en vez de dejarla a temperatura ambiente, ya que esta última situación conlleva el mayor riesgo. También, todo lo que ha estado en una cámara frigorífica en el supermercado debe seguir en la nevera, siendo recomendable dejar estos productos para el final de la compra. Es importante mantener el refrigerador y congelador en óptimas condiciones higiénicas: «la temperatura del refrigerador debe estar entre 0°C y 4°C en las zonas donde se metan la carne y el pescado fresco, y no pasar de los 8ºC en el resto». Para almacenar los alimentos, las comidas preparadas y las sobras, deben guardarse en recipientes con cierre hermético, es decir, envases tapados y limpios con la capacidad de mantener un ambiente protegido contra la contaminación.

Cocina con tiempo

Cada alimento requiere un tiempo de cocción determinado. Para acabar con las bacterias y otros patógenos es necesario calentar el interior del producto durante un tiempo prolongado. Por ejemplo, la carne de ave debe cocinarse hasta que alcance los 75°C y la carne de ternera hasta los 71°C. Evita descongelar los alimentos a temperatura ambiente, es mejor utilizar el horno, el microondas o la nevera. También, se recomienda recalentar solo la porción que vaya a ser consumida. Manteniendo un cuidado especial con los platos que incluyen salsas y las preparaciones que incluyen alimentos cocinados y crudos a la vez, ya que pueden proporcionar las condiciones ideales para el crecimiento de bacterias si no son correctamente manipulados.