Máximo Gorki, Tomás Gordeiev y un Kotmis Sazimi.

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«Los días eran largos y monótonos. Después de levantarse y lavarse, se arrodillaba ante los iconos y Busia pronunciaba, gesticulando, interminables oraciones que el niño repetía del mejor modo que sus oídos le permitían. Después con el té llegaba la recompensa en forma de bollos y pasteles. Al mediodía se comía al estilo ruso, como explicaba Maiakin. En primer lugar colocaban sobre la mesa una gran sopera llena con un sustancioso caldo, pedazos de col, trozos de pan de centeno y carne desmenuzada. Enseguida venía el asado que podía ser de lechoncito, cerdo ya hecho o pollo a la manera del país. Se continuaba con filete de hígado o fideos. Y como punto final, un pastel o tarta. Mientras tanto bebían kwas. Y todo ello cocinado por Antonia Ivanovna. Todos comían en silencio exhalando de cuando en cuando suspiros para recobrar el aliento. Los dos niños comían en un solo plato y los mayores en otro. Dejaban la mesa con la barriga llena y cuando iban a acostarse, durante dos o tres horas, no se oía más que los ronquidos de una pesada digestión».

Se ha dicho que la personalidad de Máximo Gorki fue muy discutida, tanto por la crudeza de sus relatos como por sus doctrinas sociales. Se llamaba en realidad Alexei Maximovich Pechkov (Nijni-Novgorod, 1868-Moscú, 1936), considerado el iniciador del realismo socialista, dentro de la escuela soviética e introduce en la literatura rusa el tipo del vagabundo, del desheredado, el ‘exhombre’ como él mismo decía.

Receta. El plato que comentamos no es más que un pollo asado con salsa de nueces: Lavamos y secamos el pollo. Lo salamos por dentro y por fuera y lo espolvoreamos con pimienta molida. Calentamos aceite de girasol en una sartén honda y doramos el pollo unos veinte minutos y después en el horno otros cuarenta minutos. Mientras tanto pelamos una cebolla grande en cuadraditos y majamos dos dientes de ajo en el mortero. Los echamos en una cazuela con mantequilla derretida, que al dorarse, recibe una cucharada de harina, así como pimienta, laurel, azafrán y sal al gusto y medio litro de caldo de pollo, todo bien revuelto para un hervor de diez minutos, incorporando luego unas ramitas de perejil, el zumo de una naranja y cien gramos de nueces troceadas. Servimos el pollo con esta salsa.