La contradicción de la previa experiencia laboral

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Llegando al final del tercer año de mi carrera universitaria, me propongo empezar a mirar empresas y opciones laborales en las cuales me gustaría trabajar y enviar mi currículum. En mi caso, todavía me queda un año por delante y esta busca tan solo es para empezar a analizar el terreno en el cual me gustaría crecer y trabajar, pero en mi entorno más próximo, ya sean amigos, hermanos o conocidos, veo mi futuro como sí de un espejo se tratara.

¿Y por qué digo esto? Pues porque empieza a ser preocupando el nivel tan elevado que se exige a las generaciones de jóvenes que intentemos introducirnos en el mundo laboral. “Haz bachillerato” te dicen... “Estudia fuerte y ve a la universidad... y después especialízate! ¡Haz un máster, que hay mucha competencia! ¡Tienes que destacar!”. Me pregunto, pues, porque después de 4 o más años de carrera, dos años de posgrado y dos años (o más) de máster especializado en el sector, solo se encuentran ofertas de trabajo que requieren experiencia previa. Es contradictorio, pero, que allá donde vayamos nos pidan experiencia previa y nadie nos pueda ofrecer un primer contrato laboral. Explicadme, pues, ¿Cómo conseguimos esta experiencia? ¿Cómo nos introducimos en un mundo laboral que pide unos estudios previos y una experiencia en el sector que ninguna empresa se atreve a otorgar?

Es el momento de reflexionar sobre el porqué de esta situación y entender que una formación de años en una universidad o realizando unos estudios especializados, no se pueden mejorar sin la práctica necesaria en el mundo laboral. Esta práctica es la que nos hace crecer, pero para crecer hay que tener la oportunidad.