El pasado 25 de mayo se celebró en Bilbao la final de la WEFA Champions League. Ha sido un mérito aplaudido por la mayoría y que vuelve a poner el foco mediático en el deporte femenino. Es cierto que cada vez vemos más representación de este, así como que las deportistas, despacio, van consiguiendo la posición que se merecen, con el objetivo (todavía lejano) de acercarse al deporte masculino. Aun así, no me gustaría dejar de mencionar las diferencias que han vivido y, por desgracia, siguen sufriendo las deportistas por el simple hecho de ser mujeres. No podemos obviar la diferencia de salarios, oportunidades y reconocimiento (para mencionar algunos ejemplos, pero encontramos muchas más) que sufren las mujeres del mundo del deporte, y otros ámbitos. Recordamos la Supercopa Femenina del año 2023 en que las ganadoras tuvieron que ponerse a ellas mismas las medallas de este primer puesto, “protocolo” que sería inimaginable en el fútbol masculino y que nunca ha sucedido en esta misma copa. En definitiva, mi reflexión es que aunque, por suerte, ahora el deporte femenino empieza a ser escuchado y ocupa una parte de los medios de comunicación no está “todo solucionado” y las diferencias todavía existen. Es por eso que tenemos que seguir luchando y apoyar a las deportistas como sociedad para poder eliminarlas todas.