La mala educación y la EMT

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Hay veces en que las formas lo son todo. Entras en una panadería, vas al cine o te subes a un autobús, y el conductor tiene una sonrisa, te abre la puerta al hacerle una pregunta desde la acera, o te devuelve el cambio de buena gana mirándote a los ojos. Son detalles sin importancia pero es en esas menudencias donde el servicio que se presta es en verdad humano y de calidad, más allá incluso que la puntualidad, el confort del bus o la nueva oferta de líneas de recorrido.

Lamentablemente, esto no sucede con los conductores de la EMT. Son maleducados, arrogantes, pretenciosos, groseros y clasistas, todo junto o combinado a unos niveles fuera de lo común en un país europeo como este.

Algunos alegarán que no todos son así, pero quién lo niegue le invito a usar el transporte publico de Palma una semanita para que constaten que la mayoría son unos bordes amargados. Eso sí, cobrando de las arcas municipales, esto es, del dinero de todos los ciudadanos.

Y la pregunta: ¿en qué quedará este ruego en forma de queja?