La terapia de escribir

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Son muchos los que leen y pocos los que escriben.

No me refiero al escritor, pienso en los que lo hacen o lo han hecho de vez en cuando a lo largo de su vida.

Que levanten la mano, aquellos que una vez que han plasmado en papel esas ideas, pensamientos o reflexiones, no han sentido, como mínimo, una descongestión mental momentánea.

La escritura es algo verdadero y auténtico. Ya antiguamente, los manuscritos e incluso aquellas cartas selladas con sello en cera de color rojo carmín, tenían un carácter solemne. De puño y letra, se decía.

No pretendo denunciar el paulatino decrecimiento, de su uso en la actualidad.

Pensar en las cartas, las agendas de semana vista o los apuntes de clase, me generan nostalgia.

Quizás sea, por haber nacido en la época del “Baby Boom”.

Mi reflexión se centra en razonar el por qué, coger un bolígrafo, un papel, un cuaderno o una libreta podría ser pautado para mitigar la ansiedad y el estrés al que la la sociedad actual está sometida.

Algunos de nosotros, acudimos a Psiquiatras, Psicólogos o Psicoterapeutas para buscar ayuda sobre cómo enfocar ambas enfermedades y sus consecuencias.

Otros, acudimos a libros de auto ayuda o hacemos búsquedas en internet, donde poder encontrar soluciones que mitiguen esa sensación mental y corporal que te aturde y paraliza.

Quizás, soltando lastre de vez en cuando a través de la escritura podamos vaciar el disco duro, para incorporar nuevas ideas, proyectos o simplemente ilusiones en nuestro ordenador particular.

Solo hay que hacer un breve ejercicio. Consiste en recordar qué sensación tuvimos, la última vez que escribimos unas frases acerca de los pensamientos que teníamos entre nuestras “cuatro paredes”.

Si es positiva, ya tenemos un arma más para generar, simplemente, un momento placentero a la vez que romántico por el hecho de estar en desuso.

Las palabras se las lleva el viento.

Sin otro particular, les saluda atentamente un ciudadano más.