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Con el derbi en la memoria, el Bàsquet Mallorca vuelve a la acción dispuesto a recuperar las buenas vibraciones que llevaron a los de Xavi Sastre a acumular cuatro victorias consecutivas y ser inexpugnables en casa a lo largo del mes de noviembre. No será fácil, pues el duro final de la primera vuelta vive un nuevo capítulo esta noche (21 horas) en el Palau d'Esports. Aterriza La Laguna, uno de los históricos del deporte de la canasta y un plantel remozado para ampliar sus objetivos. Tanto, que los de alejandro Martínez, quien volverá a coincidir con Xavi Sastre tras dirigir ambos la selección sub 18 este pasado verano, llegaron a abanderar la competición en su primer mes de vida y comparecen en la cita con un balance igualado al de los naranjas (7-6), aunque pletóricos tras deshacerse del León (80-75).

La Laguna ha conseguido aunar la experiencia y el talento ya conocido de los Donaldson al de otros clásicos de la liga, como Chagoyen, Ricardo Guillén, Íker Urreizti o un Nacho Yáñez que vuelve a sus orígenes en la categoría de plata. Todos esos argumentos han hecho de los canarios un rival de entidad. «Sólo espero que mis jugadores sepan que es un partido importantísimo si queremos recuperar sensaciones», advertía Xavi Sastre, consciente del peligro de una cita que anticipa una semana de vértigo, ya que en apenas nueve días aguardan La Laguna, León y Melilla. Eso sí, el preparador mallorquín no esconde que «con el baloncesto que jugamos uno y otro equipo, lo que está garantizado es un gran partido».

De cara a la cita, Sastre ha visto como la enfermería se ha llenado a lo largo de los últimos días. Además de Llorenç Llompart, su inquilino más notable es Joan Riera. El base mallorquín sufre una sobrecarga que le ha impedido entrenar con normalidad en los últimos días, por lo que se le ha reservado, más teniendo en cuenta lo saturado del calendario a corto plazo. Pese a todo, se espera que Riera esté a disposición del técnico en vistas a un partido de altos vuelos, que puede marcar la trayectoria a corto plazo de un Bàsquet Mallorca que persigue la octava victoria y la consiguiente dosis de tranquilidad previa a una Navidad que este año será muy diferente.