Uno de los últimos partidos disputados en el antiguo campo de Son Canals.

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El Atlètic Balears se dispone a soplar 75 velas este sábado con un deseo en mente tan evidente que no hace falta desvelarlo y que así pueda cumplirse. Con la mente puesta en Toledo en un rincón de la memoria también está el 27 de mayo de 1942, fecha en la que nació el Atlètic Balears fruto de la fusión entre el Atlètic y el Baleares que tal día como hoy, día 25 de mayo, dieron el visto bueno a las bases sobre las que se edificaría el club.

Los ascensos a principios de los 50 y 60 y el salto de calidad ya en el siglo XXI tras la conversión en SAD que forjó la consolidación en Segunda B dan forma a los tres grandes momentos de una institución habituada a convivir con las penurias económicas y los vaivenes.

Ahora corren buenos tiempos para la entidad blanquiazul, aunque estos han sido los menos desde sus primeros pasos en los que comenzó a moldear su historia de supervivencia. De hecho la fusión arranca con la necesidad del Atlètic de encontrar un campo al verse obligado a abandonar su feudo de Sa Punta, ubicado en la actual plaza de Abú Yayá.

El intento de fusión con el Real Mallorca no llegó a buen puerto al entender los responsables del Atlètic que prácticamente desaparecería su legado y finalmente, tras semanas de conversaciones, llegó el acuerdo con el Baleares. El convenio llegaba con el Atlètic con una deuda acumulada de 35.000 pesetas y el Baleares con un déficit de 15.000.

La década de los 40 estuvo impregnada por la agitación social de la posguerra y por unas clases sociales muy marcadas que definirían en buena medida la esencia del club. El Baleares tenía sus orígenes en un equipo llamado Mecánico, que estaba vinculado a Isleña Marítima, la actual Transmediterránea. El azul de las chimeneas de vapor y el blanco de las siglas que lucían sobre ellas serían las responsables de dotar de color blanquiazul al Atlètic Balears, el club que por sus orígenes aglutinaría a los trabajadores mientras el Real Mallorca, cuyo embrión el Alfonso XIII, se erigía en el equipo de la burguesía.

Eso sí, paradójicamente, un mallorquinista confeso como Toni Salas fue el presidente que condujo a los blanquiazules su primer ascenso a Segunda División en 1951. El sueño de la división de plata duró dos temporadas y el descenso supondría un nuevo desencuentro con el Real Mallorca, que en la última jornada perdió 0-3 con el rival directo de los balearicos por la permanencia, el Orihuela. Durante los siguientes años el ATB seguiría intentándolo hasta que en 1959 surgió una nueva amenaza: el desahucio de Son Canals.

Sin embargo, con Rafel Vaquer al frente, se puso en marcha uno de los proyectos que volvió a disparar la euforia en el entorno de la entidad, que abría la década de los 60 con ambición. La construcción del Estadi Balear desencadenó una corriente de entusiasmo que junto a la incorporación de tres futbolistas canarios acabaría desembocando en un nuevo ascenso a Segunda. El Estadi Balear se inauguró sin estar acabado en mayo de 1960 en un partido ante el Birgmingham y colocaría a la entidad en una nueva dimensión que le llevó a competir por última vez en Segunda en 1962.

Las dificultades presupuestarias eran compartidas por el Real Mallorca en la 78-79 e incluso llegó a barajarse la posibilidad de fusión entre los dos equipos, aunque, tras dos reuniones, no hubo acuerdo. Los dirigentes de los clubes entendieron que no iban a poder explicarles a los suyos la idoneidad de unir sus trayectorias. La siguiente campaña fue la última en la que los primeros equipos de Atlètic Balears y Real Mallorca se verían las caras en competición oficial.
Un curso irregular en la 2012-13 desembocó con otro varapalo: el cierre del Estadi Balear. Y de nuevo en una situación límite emergió la figura de Ingo Volckmann para brindarle una nueva oportunidad a los balearicos, que ahora vuelve a hacer soñar a la masa social blanquiazul con el regreso a Segunda.