Sete Benavides (RCN Port de Pollença) posa en las instalaciones del Lago Esperanza. | Fernando Fernández

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No ha pasado un año desde los Juegos de Río y la vida deportiva de Sete Benavides (RCN Port de Pollença) ha cambiado de manera notable. A las órdenes como siempre del técnico Kiko Martín, el doble diploma olímpico en C1 200 metros mantiene su distancia fetiche en su agenda, pero su eliminación del programa a partir de Tokio 2020 le ha hecho cambiar de planes.

En las aguas del Lago Esperanza, Sete y Kiko trabajan con otras miras en el horizonte. No estarán en el Europeo de la próxima semana, pero sí tienen en mente el Campeonato del Mundo de Racice (República Checa, agosto). Para ello, preparan el selectivo que tendrá lugar en unas semanas y que decidirá qué tripulaciones y distancias estarán en el evento de referencia en la temporada 2017.

Benavides lleva meses entrenando, pese a la distancia, junto al asturianon David Fernández. Ambos forman una prometedora embarcación de C2 1000 metros, distancia olímpica y que motiva a dos palistas que quieren reivindicarse y buscarán el billete mundialista el próximo 9 de agosto.

Otra de las bazas que maneja Sete es el C2 200 metros que forma junto al también palista del Real Club Náutico del Port de Pollença Toni Segura. Esa embarcación ya ganó un oro en la Copa del Mundo del pasado curso. Su hándicap es que no es una distancia que forme parte del programa de los Juegos dentro de tres años, pero supone un estímulo añadido para Sete en una temporada en la que ha tenido que variar de manera radical sus entrenamientos y preparación, teniendo contadas ocasiones para poder preparar con David ese C2 1000 que marca su senda hacia los que serían sus terceros Juegos Olímpicos.