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Javier García-Ochoa|SUZUKA
La suerte ha devuelto a Fernando Alonso (Renault), en forma de avería en el motor de Michael Schumacher (Ferrari), lo que había quitado en los Grandes Premios de Hungría e Italia, y con su victoria en el Gran Premio de Japón acaricia su segundo título mundial de campeón del mundo de Fórmula Uno. Si las posibilidades de que Michael Schumacher se proclamara campeón del mundo esta tarde en Japón eran mínimas, éstas se mantienen de igual manera para la última carrera de Brasil, en la que el alemán deberá lograr la victoria y que Fernando Alonso no logre terminar entre los ocho primeros, para poderse retirar con su octavo título mundial, lo que parece una «Misión Imposible II». El desarrollo de la carrera ya era sorprendente, porque después de la exhibición de los Ferrari de Michael Schumacher y de Felipe Massa, que ocupaban la primera fila de la formación de salida, con un segundo y medio de ventaja sobre Alonso, éste podía seguir sin dificultad a los primeros.

Felipe Massa, que partía desde el primer puesto de la formación, como un escudero fiel, cedía el primer puesto de la carrera a su líder Michael Schumacher, mientras por detrás Alonso se la había jugado en la salida para adelantar al Toyota de Jarno Trulli y marchaba en cuarta posición tras el otro pilotado por el alemán Ralf Schumacher. El primer golpe de suerte para Fernando Alonso, que no había sido muy afortunado en las últimas carreras, fue un pinchazo de la rueda trasera derecha Massa, que tuvo que anticipar su primera parada para repostar, y cuando salió a la pista se quedó tras el BMW del alemán Nick Heidfeld. Como en la vuelta anterior, la duodécima, Fernando Alonso había logrado superar al final de la recta de meta a Ralf Schumacher, el campeón del mundo se lanzaba a la persecución de Michael Schumacher y lograba la vuelta rápida en carrera.

Tras su primera parada Alonso lograba volver a la pista por delante de Massa y su desventaja con Michael Schumacher permanecía estable entre los cuatro y cinco segundos, con lo que luchar por la victoria no parecía imposible. Pero el momento clave de la carrera llegaría en la vuelta 37, justo después de que Alonso y Michael Schumacher hubieran realizado su segunda y última parada para repostar. La diferencia se mantenía en los cinco segundos, pero antes de entrar en la curva Denger, para pasar por debajo de la pista, comenzó a salir una estela de humo del Ferrari. Alonso no sabía en ese momento que procedía del coche de su rival, extremó el cuidado para no resbalar sobre el aceite perdido por el motor del Ferrari y solo cuando pasó a su altura y vio que era Michael Schumacher, se llevó una enorme alegría.