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Miquel Alzamora

El Mallorca vive tiempos convulsos donde todo es posible. Puede vender el club en una tarde o puede no pasar nada, pero lo que es innegable es que la inestabilidad institucional es absoluta. Si bien es cierto que la presencia de Mateu Alemany es un puntal firme y sólido, el primer arco que le rodea ofrece síntomas de inestabilidad. Es el caso de la presidencia del club que ostenta Tomeu Vidal. Su posición es incómoda y al igual que Nando Pons también debería poner su cargo a disposición de Alemany y del resto de consejeros. Pese a que su labor es institucional, el escenario ha variado. Los Mingarro ya no están y es imprescindible contar con la confianza de todos los que de una forma u otra tienen una vinculación con el órgano de poder del club. Si su posición despierta dudas tal vez sea necesario que Vidal se plantee su marcha. El cruce de denuncias no ayuda en absoluto y pese a sus críticas hacia la anterior administración, su nombre sigue vinculado a los Mingarro. Vidal ya sabe que no todos entienden la decisión de seguir y a partir de ahí se pueden plantear dos escenarios, incluso el de su dimisión y, junto a su posible marcha, la de dos de los consejeros que accedieron a la planta noble en la 'era Mingarro', Maria Antònia García y Alex García.

La situación del presidente es incómoda. El miércoles por al noche tenía decidido seguir y el viernes tras el consejo manifestó que «Alemany nos ha trasladado su necesidad de mantener el consejo para atender las urgencias que se van produciendo. Se trata de echar una mano a lo que el propietario haga durante los próximos días». Sin embargo, las facciones existentes en el grupo de consejeros se han hecho evidentes este fin de semana y todo es posible. Vidal hoy sigue. ¿Mañana?