Rafael Nadal conecta un golpe durante el entrenamiento celebrado ayer en Roland Garros. | Tolo Jaume

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En París aguarda hoy (15.00 horas / Cuatro, Digital+, Eurosport) la coronación del campeón de Roland Garros, donde Rafael Nadal pretende confirmar su hegemonía a costa de David Ferrer en la cuarta final española de la historia del Grand Slam francés. El manacorí aspira a su octava Copa de los Mosqueteros en nueve años y apunta al que sería su duodécimo grande ante uno de sus mejores amigos en el circuito.

La carga de confianza obtenida tras la victoria ante el número uno del mundo y la progresión experimentada durante el torneo colocan a Nadal en el nivel de juego idóneo para acabar con la resistencia que le puede plantear David Ferrer. En el sitio justo y en el momento adecuado, aunque el mallorquín llega más desgastado físicamente tras su épica batalla ante Novak Djokovic. Sin embargo, el fondo y las formas del triunfo ante el serbio refuerzan su condición de favorito. El vigente campeón, con todo su repertorio de golpes bien engrasado como gran aval, encara su octava final en París con muchos factores a su favor. La ventaja psicológica, la confianza, el mayor control del escenario o la experiencia en partidos de esta envergadura están de su lado.

Autoridad

Nadal domina con gran autoridad los enfrentamientos particulares con David Ferrer después de haberle superado en 19 de sus 23 encuentros. El alicantino ganó al mallorquín por última vez en el Open de Australia de 2011 y hay que remontarse al torneo de Stuttgart de 2004 para dar con su única victoria sobre tierra batida ante el balear, que por entonces solo tenía 17 años. El ‘manacorí’, que nunca ha perdido una final con Ferrer, ha encadenado 15 triunfos consecutivos en la superficie predilecta de ambos y esta misma temporada ya le ha superado en la final de Acapulco y en los cuartos de final de los Masters 1000 de Roma y Madrid.

Los precedentes suponen una ventaja psicológica para el defensor del título, que cuenta con la experiencia como aval. El balear ya ha disputado 16 finales de Grand Slam, mientras que Ferrer puede sufrir la tensión de debutar en una cita de estas características. Además, la adaptación de Nadal al escenario de la final, la Philippe Chatrier, también juega a su favor. El mallorquín es el amo y señor de la pista central de Roland Garros, donde solo ha sufrido una derrota en los últimos nueve años (en los octavos de final ante Robin Soderling en la edición de 2009) acumulando siete trofeos y 58 partidos ganados.

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Si algún jugador, además de Novak Djokovic, es capaz de resistir físicamente un partido a cinco sets con Rafael Nadal, este es David Ferrer. Sin embargo, el aspecto mental resulta más determinante que la parcela atlética cuando las fuerzas están igualadas.

Diferencias

La capacidad del manacorí de jugar de forma constante a un nivel muy alto le permite marcar las diferencias ante grandes jugadores como el serbio o el alicantino, que alcanzan grandes picos de juego a la par que presentan más altibajos que él en sus puestas en escena.

Ferrer, que es el segundo jugador tras Nadal con más victorias esta temporada, ha firmado el mejor gran torneo de su carrera y se ha plantado en la final sin ceder un solo set.

No obstante, sus opciones de victoria pasan por rozar la perfección ante el rey de la arcilla parisina y un enemigo íntimo en sus partidas de Playstation. Una salida trepidante, empujar al tenista balear lejos de la línea de fondo, mantener un ritmo muy alto, ser regular y refrendar sus excelentes prestaciones al resto dan forma al esquema de juego que quiere poner en práctica.