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Alberto López Arteseros (Palma, 1988) ha dejado de ser este verano jugador del Real Mallorca. Llegó hace trece años al club y ahora se marcha sin recibir una llamada de despedida, o mejor aún, una conversación cara a cara con Serra o alguno de lo suyos. Es lo mínimo. Lo más humano. Trece años en el club y sólo un miembro del departamento de comunicación se puso en contacto con él por teléfono para despedirse.

Trece años en el Mallorca deberían dar para algo más. Tanto tiempo vestido de rojo debería terminar por convertir a quien lleva esos colores como si fuera una segunda piel, como de la familia, pero en el Mallorca de la solidaridad, de hacer club y afición, en ocasiones se olvidan estos detalles.

Alberto llegó a debutar en Primera con el Mallorca, llegó también a hacerlo en Copa del Rey y ahora, una vez finalizado su contrato, es tiempo de mirar hacia otro país, hacia otra liga. Ahora valora las propuestas que tiene sobre la mesa, pero no es un verano fácil y en estos momentos la propuesta más firme es la del equipo griego de Segunda, el Pierikos, que este pasado año estuvo luchando por ascender a Primera División. Alberto se va triste porque esperaba un trato diferente. «Al menos esperaba que me hubieran llamado y que me dijeran que no contaban conmigo. Por edad es cierto que ya no podía estar en el filial, pero no me han dicho nada, no me han hablado a la cara para valorar mi situación. Sólo me llamaron del departamento de comunicación para colgar algo referente a mí en la web. Llevó trece años en el club y no he recibido ni el mínimo gesto de agredecimiento ni un adiós», declara con tristeza Alberto.

Calidad

Y es que el centrocampista, además de ser un futbolista de gran calidad, se ha caracterizado por estar siempre muy lejos de cualquier polémica. Siempre aceptó lo que le ofrecieron sin pedir más, nunca puso pegas y nunca creó problemas. Se limitó a hacer lo que sabe hacer, jugar al fútbol, esperar su oportunidad y recientemente recuperarse de una lesión de rodilla. El maldito mes de febrero de 2011 Alberto sufrió una rotura de ligamento cruzado anterior y estuvo 8 meses a volver a los terrenos de juego.

Finalmente la pasada temporada actuó en 10 encuentros, recuperó sensaciones, volvió a sentirse futbolista y a vestir los colores del Mallorca y ahora, trece años después de entrar en el fútbol base se marcha. Dice adiós un futbolista de 24 años con mucho fútbol en sus botas, con mucho futuro y también con la mala suerte de las lesiones y la de un puñado de entrenadores que no han contado con él. Pero eso son cosas del fútbol y ahora es momento de mirar hacia adelante. El jugador se ha puesto en manos del representante mallorquín Miquel Riera, todo un experto en rescatar futbolistas y ponerles de nuevo en el mercado y mantenerles en la élite del fútbol europeo. El Pierikos quiere a Alberto y el jugador está dispuesto a dar el paso. «Los diez partidos que jugué la pasada temporada volvieron a darme mucha confianza, no sentí ni molestias, ni dolor y ahora quiero ir a por todas donde me toque jugar. La posibilidad del fútbol griego es una opción, una manera de volver a empezar y de sentirme futbolista. Me apetece probar esta experiencia y estoy muy ilusionado», manifestó Alberto, que salvo sorpresa, ya prepara las maletas para empezar una nueva aventura.