Nunes celebra el gol que le dió la victoria al conjunto mallorquín. | Monserrat

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6

MALLORCA 1
VILLAREAL 0

Mallorca: Aouate; Josemi (Mattioni, min. 46), Nunes, Rubén, Ayoze; Julio Alvarez, Martí, Mario Suárez (Webó, min. 75), Castro (Bruno China, min. 91); Borja Valero y Aduriz.

Villarreal: Diego López; Javi Venta, Godin, Gonzalo, Capdevila; Fuster (Ibagaza, min. 62), Senna, Bruno, Pires (Marcano, min. 82); Nilmar y Llorente (Cani, min. 80).

Gol: 1-0, m.81: Nunes.

Arbitro: Paradas Romero (comité andaluz). Amonestó a Fuster, Borja Valero y Aduriz.

Incidencias: Partido correspondiente a la vigésima primera jornada del campeonato de Liga disputado en el Ono Estadi ante unos 12.000 espectadores.

En pleno preconcurso y con la actualidad institucional comiéndole terreno a la deportiva, la plantilla del Mallorca sigue a lo suyo. Jugando y ganando. Al menos en casa, donde está estableciendo unos registros estratosféricos que seguramente permanecerán aferrados durantes décadas a la memoria rojinegra. Tras dos salidas en falso entre las que también derramó la Copa, el equipo volvió a recuperar los galones en su cuartel general y no sólo completó el decálogo de la permanencia, sino que encendió su color continental. En una función práctica y mucho menos vistosa de lo habitual, los de Manzano desmontaron los nuevos argumentos del Villarreal con un cabezazo impecable de Nunes y alargaron su paseo por el cielo de la Liga. Y hasta el momento en Son Moix, diez de diez (1-0).
No lo puso fácil el Villarreal. Ni mucho menos. Sin embargo, su errático inicio de partido le concedió más facilidades de las previstas al equipo local. Escondido tras el moderno libro de estilo de Juan Carlos Garrido, los castellonenses se metieron en el charco sin pulso, anestesiados de arriba a abajo. El Mallorca, que lo apreció en cuanto puso el contador a cero, se aprovechó de la situación y de la falta de fluidez de su invitado traslando toda la acción a la mitad del campo amarillo. No llegaba con claridad, pero ni siquiera le hacía falta despeinarse para conservar la administración del encuentro. Movía el balón a su gusto y si en algún momento lo perdía, el Villarreal, que era incapaz de conectar tres pases seguidos, se le devolvía casi al instante. Seguía sin fabricar demasiado peligro, pero tampoco corría riesgos. Sólo un lanzamiento de falta de Julio Àlvarez y un remate mordido del Chori Castro le dieron algo de dimensión a la trama.
Después de marcar el terreno, el Mallorca se fue relajando de forma peligrosa. Tanto, que el Villarreal empezó a incorporarse y llegó a construir un contragolpe modélico que tuvo que abortar Josemi en su epílogo. Los isleños respondieron tras un error de Godín que Aduriz redondeó con una chilena. Sin embargo, el Villarreal ya andaba embalado y volvió a asomarse al balcón de Aouate con una ristra de acciones trenzadas por Pires y Llorente, además de un testarazo de Godín, que perdonó el primer gol estorbando en el remate a Joan Capdevila.
Manzano buscó más profundidad por las orillas metiendo a Mattioni en lugar del tocado Josemi, pero el Mallorca afrontó la segunda mitad sin esa frescura de la que había presumido en el arranque. Sus problemas se multiplicaban a la hora de elaborar fútbol de ataque y las proyecciones del Villarreal resultaban cada vez más comprometidas. De hecho, en ese tramo de la representación Aouate volvía a reclamar la atención de los focos desbaratando de nuevo los planes de Llorente.
Manzano, viendo que el partido se le escapaba, dio un paso al frente y se revolvió con una permuta ofensiva, apartando de la batalla a Mario y dándole un sitio a Webó en la parcela ofensiva. Casi al mismo tiempo, su colega Garrido renunciaba al triunfo con una maniobra defensiva y apuntalaba el centro del campo a cambio de hipotecar la pólvora de Joseba Llorente.
Ese movimiento rácano le acarreó un severo castigo al preparador de los castellonenses, que se encontró con el escenario menos propicio y sin tiempo para encontrar la salida. Una falta botada de manera magistral por Julio Àlvarez y un cabezazo maravilloso de Nunes hicieron el resto. Pese al chaparrón que habían soportado hasta poco antes, los isleños le echaban lazo a otro enemigo y ampliaban su idilio con la historia.