Se cumplen siete días del peor desastre del siglo con un país conmocionado y demasiadas cosas bajo sospecha

Se cumplen -este martes- siete días de la catástrofe de Valencia. La gota fría ha dejado imágenes de destrucción y muerte que la han convertido en el peor desastre del siglo. Apenas hay consuelo para las millares de familias sacudidas por la tragedia y que lo han perdido absolutamente todo. A las muestras de solidaridad que llegan desde todos los rincones -también desde Balears- se han sumado durante las últimas horas escenas y fotografías de indignación y rabia. 

Mientras se debate sobre la idoneidad de la reciente visita a Paiporta, la zona cero del desastre, de los Reyes, Pedro Sánchez y Carlos Mazón, España asiste a un espectáculo difícilmente calificable de insultos, reproches y acusaciones que a buen seguro alimentaron el estallido de ira del domingo. La desesperación sólo puede repararse con medidas efectivas y urgentes, no con el perverso juego político que azota a este país desde hace demasiado tiempo. Más de 200 muertos y una cifra indeterminada de desaparecidos deberían haber forzado una tregua y algunas cosas más. 

Sin duda, los incidentes de Paiporta son una pésima noticia para España, donde demasiadas cosas están bajo sospecha. Si el descrédito de las instituciones ha inoculado realmente entre la ciudadanía, el problema será grandioso.