Sergio Dalma posó ayer en el hotel Tryp Palma Bellver, donde atendió a los medios | Pere Bota

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A punto de cumplir 30 años en la música, Sergio Dalma (Sabadell, 1964) asegura que se le hace raro un verano sin gira. Le ocurrió el año pasado y no repetirá, por lo menos, este 2018. La publicación de Vía Dalma III («ya empieza a ser una avenida»), el pasado 6 de octubre, le llevará a peinar la geografía española, parte de Sudamérica y algunas ciudades de Estados Unidos. El álbum, con el que pretende cerrar la trilogía dedicada a las versiones de clásicos italianos, ya está certificado como disco de oro, y apunta a reeditar el éxito de las dos primeras entregas. De concretarse estas previsiones, el catalán no cierra la puerta a una cuarta ‘vía’; sin embargo, lo más probable es que el próximo proyecto tenga que ver con la celebración de sus tres décadas sobre los escenarios. Este viernes y sábado (21.00), pisará el del Auditórium de Palma.

¿Qué puede esperar el público que acuda a sus conciertos de Palma?

—Será un recorrido por esta tercera ‘vía Dalma’, un nuevo repertorio que se combinará con algunos temas de las anteriores ‘vías’ y con mis clásicos de siempre, a los que hemos hecho algunos arreglos. Considero que la gente que compra una entrada, quiere ver un espectáculo renovado. No faltarán Esa chica es mía, Bailar pegados, Solo para ti... Son canciones que la gente espera y que, sinceramente, yo tampoco quiero dejar de cantar. Eso sí, sonarán diferente, actualizadas.

¿Qué ofrece de nuevo este Vía Dalma III, que cierra la trilogía?

—En realidad es una continuación. Es curioso, porque el primero no tenía número; pensábamos que se quedaría en un proyecto único, que era un disco de concepto que a mí me apetecía hacer [por supuesto de música italiana, que tanto me ha marcado]. Lo que no me esperaba es que tuviera esa repercusión. Entonces llegó la segunda parte, a la que, al principio, también fui reacio, y ahora esta tercera. A mí me gustaría que se cerrase como una trilogía, pero la gente manda.

¿Qué criterio se sigue para escoger de un repertorio tan amplio?

—Es un criterio personal, pero me guío por las canciones que son más populares en España, con algunas excepciones, porque también me gusta dar a conocer temas no tan famosos. Hay una variedad de estilos y décadas muy importante.

¿Tiene la sensación de que ha tenido que reinventarse para seguir en lo alto?

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—Constantemente. Soy una persona muy inquieta, a nivel emocional y profesional; me gusta alejarme de la zona de confort, porque tengo una política muy clara que es: mi mejor trabajo aún está por salir. Esto te obliga a trabajar con nuevos autores y en nuevos proyectos.

Usted es uno de los artistas con un público más fiel.

—Sí, y es lo que más valoro. A medida que pasan los años, te das cuenta de que esta profesión es una carrera de fondo. Ver que la gente te sigue durante tantos años, incluso ahora, cuando la audiencia está tan fragmentada, es muy gratificante. Por eso me gustan actos como la firma de discos del miércoles, porque permiten un contacto más directo con las personas.

Si sigue con las mismas ganas de hace 30 años, debe ser, en parte, gracias a estos seguidores.

—Por supuesto, y también porque la música es mi hobby. Por ejemplo, el año pasado no hice gira en verano y fue difícil, lo echaba de menos. A mí, el trabajo me crea adicción, pero también es bueno hacer descansar al público de uno.

Representó a España en Eurovisión en 1991 con Bailar pegados y quedó en muy buena posición.

—Sí, en ese momento no eres consciente de que te está viendo tanta gente... ahora seguramente me ‘acojonaría’ mucho. Por otra parte, a mí me cuesta ver Eurovisión sin música en vivo. Es otro tipo de espectáculo, más visual.

¿Qué opina del tema que nos representará este año?

—No lo he escuchado, pero sé que van Amaia y Alfred [de Operación Triunfo], que son una garantía. Lo que más me ha gustado es el criterio de selección. Han dejado a la gente opinar y escoger. Hemos recuperado al público joven y espero que eso se traslade al festival.