Joan Antoni Cerrato es escritor y traductor. | R.C.

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Joan Antoni Cerrato (Manacor, 1961) acaba de publicar dos importantes traducciones poéticas: Nostàlgia de llum, de Antonia Pozzi (Nova Editorial Moll) y Els Cantos, de Ezra Pound (Edicions 1984). Tras presentar la primera en Món de Llibres, en su pueblo natal, el viernes día 13 hará lo propio con la obra de Pound, en Embat (Palma).

Destaca en el prólogo que Antonia Pozzi se sucidió con 26 años sin ver ninguna obra suya publicada. A pesar de que nunca sabremos a ciencia cierta qué pasó, ¿cree que le pesó no poder disfrutar del reconocimiento en vida? Además teniendo en cuenta que fue elogiada, como señala, incluso por T. S. Eliot.
Seguramente sufrió por esta causa, entre otras muchas, pues Antonia Pozzi fue un alma atormentada especialmente por un amor no correspondido y por la imposibilidad de ser madre. Tampoco estaba conforme con la situación política y social de la Italia en que vivió. En contraposición, obtuvo cierta satisfacción en el cultivo de la amistad, su pasión por los animales, el disfrute de las artes y la contemplación de la naturaleza (fue también destacada alpinista y fotógrafa). Por no hablar de su pasión por la poesía, claro está; mientras escribía era feliz y debía olvidarse de sus problemas existenciales.

Comenta que escribió unos 300 poemas, ¿cómo es que ninguno vio la luz cuando vivía?
Pienso en Emily Dickinson, con quien la poesía de Pozzi guarda no pocas semejanzas, y en los poquísimos poemas que publicó en vida. Quizás la hipersensibilidad, algo de timidez y el miedo al rechazo tuvo algo que ver. Posiblemente sea especular un poco, però diría que en el caso de Antonia Pozzi uno de los condicionantes cruciales fue el hecho de tener un padre autoritario y controlador, simpatizante del fascismo italiano de Mussolini. De hecho, su padre mutiló muchos poemas antes de darlos a la imprenta, una vez desaparecida su hija. También, dado el fuerte carácter de la poeta, pienso que no era prioritario para ella publicar sus poemas, aunque fuese una necesidad vital escribirlos.

¿Considera que Pozzi es una poeta conocida o merece serlo todavía más?
Por supuesto que merece ser más conocida fuera de Italia, donde está considerada como poeta de primer orden. Antonia Pozzi escribió una poesía de naturaleza cristalina, pura y accesible al gran público, sencilla, aunque para nada simple. De hecho, en palabras de la poeta, manifestó: «Vivo de la poesía como las venas viven de la sangre».

Si bien hay que evitar generalizaciones, ¿cree que hay una correspondencia entre la poesía y la hipersensibilidad, que puede conducir al suicidio?
En el caso que nos ocupa evidentemente fue así. El cinturón de la vida familiar apretaba demasiado, como también una insatisfacción vital acusada. La evasión no le bastó como refugio, ni sus temporadas en la villa familiar de Pasturo, al pie de la Grigna, donde se aislaba entre los libros de su nutrida biblioteca. Estaba convencida de que había alguna continuidad después de la muerte. Nuestra autora poseía una enorme inteligencia filosófica. Pero sí que es cierto que cualquier persona, independientemente de su cultura y sensibilidad, puede caer en el suicidio, sobre todo cuando es consecuencia de una fuerte depresión. No debemos dramatizar: la inmensa mayoría de los poetas no se suicidan. Pero impacta más el suicidio de un poeta, porque es un personaje público. Y muchísimo más el de un actor famoso, por ejemplo.

Señala que su poesía es de una «hipersensibilidad especial» que se «aleja de cualquier hermetismo». Esto plantea un debate interesante: ¿la poesía debe sugerir o tiene que decir? ¿Qué debe primar, lo sutil o lo explícito?
La poesía tiene que hacer lo que quiera mientras sea de calidad, es decir, mientras impacte en quien la lea. La poesía existe desde el principio de los tiempos. También depende de las distintas épocas y estilos; tanto si es lírica como narrativa, experimental o clásica, tiene que comunicar, emocionar, y renovar siempre que sea posible. Cuando leemos un poema en voz alta, sabremos de sus cualidades o defectos: si tiene musicalidad y ritmo o si parece que leemos un listado telefónico.

Además de Nostàlgia de llum, acaba de publicar la traducción Els Cantos, de Ezra Pound. Es un volumen de más de mil páginas que constituye una epopeya escrita a lo largo de más de medio siglo. ¿Cómo afrontó tal reto?
Para mí, cerrar la celebración de Edicions 1984 de su cuarenta aniversario con un libro tan espectacular ha sido todo un honor. Se trata del poema épico más importante y extenso del siglo XX en lengua inglesa, que ha influido enormemente en el desarrollo de la poesía mundial desde su aparición parcial en 1917. Hasta 1970 no aparecieron en un volumen completo. Tardé cinco años en traducirlo. T. S. Eliot dijo de Pound, en su famosa dedicatoria de su libro La tierra baldía, que era «il miglior fabbro», es decir, el mejor herrero. Técnicamente, Los Cantos es una obra poética impecable. Las palabras están vivas, nunca desgastadas. Representan las cosas en concreto, sin símiles ni alegorías. El lema de Pound siempre fue «Make it new», renovar.

Ahora trabaja en la traducción de Finnegans Wake, de James Joyce, tras recibir la Beca de Traducció Vidal Alcover dels Premis Ciutat de Tarragona. ¿Qué puede avanzar sobre este proyecto?
Esta novela, la última de Joyce, se publicará en Edicions 1984 en un futuro incierto, todavía queda mucho por hacer debido a la dificultad de su traducción y también a su aparición próxima en otro sello y por otro traductor. Son cosas que pasan, aunque no creo que sea un problema que haya más de una versión de cualquier clásico literario, como pasa en otras culturas. Pero cabe considerar también que el ámbito catalán sea más reducido, especialmente el poético.

¿Qué le supone traducir a este titán de la literatura universal?
Esperar más de ochenta años para poder leer alguna obra de Joyce en catalán me parece una aberración cultural, por eso me propuse su traducción en su momento, pese a los riesgos de recrear (traducir en este caso es imposible) una obra prácticamente impenetrable si no es con la ayuda de material crítico. Pero yo disfruto con lo difícil: se trata de una novela escrita a partir del inglés, no en inglés, en la cual se utilizan más de cuarenta lenguas, donde el novelista inventa su propio lenguaje onírico (si Ulises fue el libro del día este es el de la noche) en que las palabras se combinan, se distorsionan i se crean encajando trozos de otras palabras. Es decir, una frase se podría traducir de muchas maneras diferentes, alargarse muchísimo, como si fuese una espiral de significados.